la aventura de la vida.

la aventura de la vida.

La aventura de la vida,

Empezamos el camino…

La vida en sí misma ya es un apasionante viaje. Un viaje doloroso bañado con algunas, pocas o muchas, alegrías, dirán los llamados pesimistas, o un alegre viaje con algunos contratiempos dirán los optimistas. Se pueden ver las cosas desde muchos ángulos.

La verdad es que desde nuestra primera bocanada de aire que reciben nuestros pulmones, y que explota en un llanto desgarrador para el recién nacido y en un sonido gozoso para los padres, médicos o matronas que están siempre expectantes y anhelantes para recibir ese grito que anuncia nuestra primera experiencia fuera del acogedor útero de nuestra madre, todo lo demás se anuncia como incierto, y aunque creemos tenerlo todo controlado, casi nada está bajo nuestro dominio.

Dice la voz popular que unos nacen con buena estrella y otros con mala ¿por qué? Quién sabe lo que es bueno y lo que no lo es. Nosotros regimos nuestras acciones guiados por el deseo de felicidad que, no se apacigua ni en los momentos más difíciles de nuestra existencia.

En Julio del 2002 hice el gran viaje de mi vida, lo recuerdo como la experiencia más valiosa de mi vida hasta hoy. La asociación de enfermos de “Esclerosis Lateral Amiotrofia” ELA, organizó un viaje para hacer el Camino de Santiago con grandes discapacitados, reclutó a 23 voluntarios para acompañar a ocho enfermos en esta aventura, todos en sillas de ruedas y algunos eran grandes dependientes. Voluntarios preocupados por el resultado de la andadura y temerosos de no dar la talla.

Yo, personalmente, he hecho varios viajes de cooperación, de trabajo, de enseñanza, ayuda económica en países subdesarrollados, en donde un poco de ayuda significa mucho. En todos estos viajes aprendí el valor del ser humano para cargar con su destino hayan nacido donde hayan nacido. Aprendí el valor de las pequeñas cosas que no nos asombran, aprendí a eso, a ASOMBRARME. A abrir los ojos y ver. No basta con mirar necesitamos Ver para comprender.

Hacer el Camino de Santiago como un reto personal es algo habitual en, por lo menos, la mitad de los peregrinos, pero hacerlo posible a personas que sufren una ELA, me descubrió, me hizo ver, sentir que la VIDA tiene sentido y dirección. Todo parece azar, pero no existe el azar, todo es posible, a condición de que lo deseemos y pongamos los medios para que el milagro ocurra. Acontecimientos que cambian el rumbo de nuestra mente, la dirección de nuestras emocionesy el sentido de la VIDA, así en mayúsculas, están rondando nuestra consciencia, nuestro corazón a cada instante; solo necesitamos estar alertas.

Una amiga, discapacitada, me dijo.—Sabes lo que significa para mi estar aquí? .- estábamos en medio de un bosque de Eucaliptus, yo nunca he estado aquí.- Ni yo tampoco le contesté.- Ella me contesto irónicamente – Imbécil, sabes lo que yo quiero expresar al decir esto. Sí, lo sé, una silla de ruedas, con su correspondiente ocupante, no puede ir por senderos de montaña, ni cruzar ríos. Tirábamos de las sillas, empujábamos cuesta arriba, y frenábamos con todas nuestras fuerzas cuesta abajo. Llegábamos al albergue a media tarde, los peregrinos procuran estar antes de Mediodía para coger cama para la noche, y descansar toda la tarde. Nosotros al llegar teníamos que dar de comer a los peregrinos de las sillas de ruedas, lavarlos, desnudarlos y acostarlos y, lo más importante para ellos y para nosotros, los voluntarios, era compartir nuestras experiencias.

YO no soy una persona de iglesia pero al recibir la Compostela, sentí, en lo más hondo de mi corazón que todos estábamos salvados. ¿Salvados de qué? De la rutina egoísta y mísera en la que nos sumimos cuando lo tenemos todo. Todo lo que podríamos o podemos tener el deseo de poseer. Pero, para tenerlo todo tenemos que buscar en ese lugar oculto donde se almacena nuestra energía verdadera, la que da sentido a todo lo que nos ocurre, a todo lo que experimentamos y a todo lo que sufrimos.

Creíamos haber logrado una experiencia dura pero, en el fondo gozosa. Estrechamos lazos de amistad, compartimos penas y alegrías. La vuelta, decidió la asociación hacerla en avión, ya que la gente, todos, estábamos muy cansados.

Dios mío, ¡la aventura continuaba! Primero el avión llevaba retraso, nos dieron algo de comer. El retraso continuaba, nos dieron algo que cenar. La furgoneta de apoyo que llevábamos con grúas, ruedas de repuesto y otros menesteres que pensábamos no necesitar ya, se despidió de todos en el aeropuerto, tenía muchos quilómetros por delante hasta llegar a Valencia.

Dios mío, los afectados de ELA, ya no podían con su alma, necesitaban ir al baño, descansar. A las doce de la noche nos ofrecieron un hotel. ¿Con qué transporte podíamos llegar al hotel? no euro taxis, no bus adaptado. Llamamos a la policía, a los bomberos, a las ambulancias. Una pesadilla. A las cuatro de la mañana llegamos todos al hotel en ambulancias. A las cinco estábamos todos acostados. Nos cambiaron el vuelo por uno que salía ¡a las ocho de la mañana! ¡Imposible! Negociamos, ya tristes y angustiados, por la poca sensibilidad que mostraron los que, en teoría, deberían habernos comprendido mejor. Por fin el vuelo se canjeó por otro más acorde con nuestras necesidades. A las siete de la tarde, con 24 horas de retraso, llegamos al aeropuerto de Valencia; amigos, familiares, y hasta la prensa vino a recibirnos. Desde Valencia cada cual emprendió el camino de su casa, había voluntarios de toda la provincia y también los protagonistas de esta aventura, los afectados de ELA, tenían diferentes domicilios .Nuestras vivencias han quedado guardadas en nuestro corazón, también en las imágenes tomadas durante el Camino. Fue un gran viaje, una verdadera aventura.

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