¿Alguna vez te has parado en medio de la multitud de personas que caminan día a día por las calles? Si llegaras a hacerlo, observa bien, mira a cada una de esas personas, su cara, su forma de caminar, su sonrisa, su preocupación. Cada uno de ellos tiene un motivo, una desilusión, un amor, un sueño y un secreto. Todos tenemos algo muy personal lo cual nos mueve, si entonas al silencio y observa con cautela, sentirás como si pudieras escuchar sus pensamientos, te darás cuenta que todos tenemos una historia, y que de alguna forma u otra, en ese preciso momento nos convertimos en parte de esa historia.
Ahí va Juan con la mirada lejos caminando si mirar ni siquiera donde pone los pies, Juan está preocupado, su hija María está muy enferma, tiene que comprar muchos medicamentos pero no tiene el dinero y no sabe dónde lo va a conseguir, mientras tanto María sufre de dolor. Todas las personas pasan por su lado, pero son ajena al sufrimiento de juan. Luego miras al otro lado y ahí está Lorena, ella va sonriente hablando por teléfono, habla con su novio Robert que le cuenta la buena noticia de que ha recibido un ascenso en su trabajo. Que felicidad más grande la de Lorena, por fin podrán casarse y comprar ese vestido de novia que vio el otro día por el escaparate de una tienda, de la cual ese día se frustraba porque pensó que ese vestido no estaba a su alcance económico, más sin embargo, ahí estaba Robert para darle esa gran alegría.
Donde quiera que mires verás una historia que expresa un sentimiento diferente. Más sin embargo, tu solo pensabas en que ropa de tu armario te pondría para la gran cena con tus amigas y amigos. Hay veces que nuestros problemas son más pequeños que las necesidades de otros, pocos somos capaces de empatizar con los demás. Si nosotros fuéramos más servicial, brindáramos más de lo que recibimos y sin esperar nada a cambio, lo poco que llegáramos a recibir, será tan grande como para sentir la mayor de la satisfacción.
Les contaré la historia de Mike. El había heredado la empresa de su padre, por lo que tuvo que ser el jefe de esta empresa. Mike era un hombre egocéntrico, orgulloso, prepotente, incapaz de empatizar con nadie. Según él, era un hombre felizmente casado, su esposa Sarah y dos hijos, Brandon y Katy. Mike solo pensaba en el trabajo, se pasaba horas trabajando, luego llegaba a casa a dormir, sin saber nada de su familia. Un día al salir de su casa en su lujoso coche, se le acerca un mendigo para pedirle una limosna, Mike lo reprende de su coche, y manda a este pobre señor a trabajar, haciéndole sentir humillado.
Sarah su esposa ya cansada de que él nunca estuviera con la familia, le llama al trabajo y con reproche le dice…
– Nunca estás con nosotros, nunca hacemos nada juntos, podríamos irnos de vacaciones y disfrutar como una familia normal.
Este que escuchaba impacientemente al teléfono, se defiende recalcando…
– Sarah, trabajo duro para darles todo y tú lo único que haces es reclamar, no haces nada, te pasas todo el tiempo en casa, eres una inútil.
– Sabes que Mike, estoy cansada de todo. Tranquilo… ya no tendrás que preocuparte de esta inútil, quiero el divorcio.
Mike pensó que este era solo un momento de estrés para ella, que ya se le pasaría. Después de unos días de enfado y sin mediar palabras. Mike recibe la visita del abogado de Sarah, donde ella pide la demanda del divorcio, la custodia de los niños, la casa y el cincuenta por cientos de acciones de la empresa. Mike se quedó helado, no sabía que decir. El abogado le recalca un mensaje de Sarah que decía…»Gracias por hacerme ver que tan inútil era, ahora se que valgo lo suficiente para no estar contigo. Mike sorprendido busca calmar todo intentado arreglar las cosas con Sarah. Aunque ella sucumbía de amor, su decisión era firme. Mike había hecho unos negocios con unos japoneses, en el cual perdió un veinticinco porcientos de sus acciones, Sarah accionista con el cincuenta por cientos, decide reunirse con aquellos japoneses y quitar a Mike la dirección de la empresa, quedando ella al frente como accionista principal.
Al quedarse Mike prácticamente sin todo aquello que le daba poder, se hundió, se aferró al alcohol, a tal punto de perderlo todo, hasta su reputación, se quedó en las calles, mendigaba por una moneda para beber, pero poca ayuda encontraba. Cierto día por la noche, comenzó una fuerte tormenta, Mike corría junto a una riera desesperado para cobijarse debajo de un puente que se veía a lo lejos, tan rápida era su huida y tan resbaloso el suelo, que Mike cayó golpeándose contra una roca en la cabeza quedando totalmente inconsciente.
Al día siguiente, abre sus ojos, estaba envuelto entre mantas que le daban calor y confort debajo de aquel puente, cuando mira a su alrededor, grande fue su sorpresa al ver que aquel mendigo al que había humillado, el cual lo había rescatado y cobijado. Mike le pregunta… ¿porque había hecho eso por él, sabiendo que en ocasiones le había humillado? el mendigo le dijo… que un buen acto ablandaría un corazón endurecido por la vida, que lo que el proyectaba, no era lo que había en su corazón, si no lo que había aprendido. Mike hizo un viaje al pasado, recordando su niñez, su padre nunca estaba en casa, era un hombre déspota y él se había convertido en lo mismo con su familia. Mike abrazó a aquel señor y salió corriendo en busca de su familia, quería recuperarla, su corazón duro se había tornado blando, mostrándole la importancias de las cosas en su orden de relevancia, en su caso la familia. Mike buscó en su interior toda esa bondad y amor que en el aguardaba.
Mira a tu alrededor… ¿Qué ves?
OPINIONES Y COMENTARIOS