Aguas turquesas que juegan entre ellas formando grandes olas y otras no tanto, entrelazàndose y llegando a la playa para juntarse con la blanca arena que acaricia mis pies, dejan mis ojos maravillados ante tanta belleza. El sol reposa en mi cuerpo, el aire tibio juega con mis cabellos, es un parìso rodeado de vegetsciòn con hermosos y variados colores. Las pequeñas lagartijas juegan a la escondida con los turistas, èstos quieren fotografiarlas y ellas escapan a toda velocidad. El tranquilo ambiente hace que pueda relajarme a tal punto de olvidarme de las horas que pasan sin yo darme cuenta. Legando la tardecita, todavìa observando el mar, veo como comienzan a aquietarse las embravecidas aguas, estando ratos antes en pleno movimiento compitiendo entre sì. El sol cae, la arena y el aire màs fresco en mi imaginaciòn se crea un paisaje parecido al de hoy para comenzar el dìa de mañana. Autora: Martha Ritta

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