Había viajado muchas veces con mi mente, imaginando algún lugar que no conocía. Pocos metros de tierra había visitado durante muchos años, pero los conocía bien. Sin embargo, en las búsquedas visuales hacia el cielo, miraba aquellos aviones, que nos daban el sueño imposible de volar. Un día, buscando diferentes cielos y tierras, tuve la decisión de tomarme uno de ellos.
Viajé muy lejos de aquella casa que me acogía desde la infancia, dejando a aquellos que me quisieron en un pasado. Cumplí el sueño de volar sobre las tierras, y al llegar hacia nuevos cielos, mi mente empezó a imaginar más que antes.
Mi cuerpo seguía viajando, con los pies en la tierra y mi cabeza en el cielo. Hasta que un día, la vida me sugirió un viaje sin retorno, a aquellas bóvedas celestes, que tanto amaba observar y descubrir en cadas tierras.
Mi cuerpo siguió viajando, con los pies en la tierra y mi cabeza en el cielo.
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