Hay algo que cambia cada vez que uno hace una maleta y es que nunca vuelve el mismo que la hizo. Se lo dijo lo casual a lo planeado. El equipaje fue cuidadosamente escogido, hizo espacio y puso orden, no entendió las palabras que lo casual le regalaba. El viaje duró más allá de lo que tardó en arribar a destino, cuando llegar y volver eran ambos final de trayecto, principio de una nueva aventura. Lo planeado encontró placer en lo fortuito y lo casual perdió la noción del tiempo.
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