UN MATE EN LA HABANA.

UN MATE EN LA HABANA.

Juan Nolla

20/06/2017

Aymée era arquitecta, pero trabajaba como «decoradora de jardines» (paisajista) para las Sociedades Anónimas de la 5ta. Avenida (o «Avenida de los ricos», como la llaman) como la Siemmens, ING Bank, Meliá, y otras pocas de ese tiempo que el bloqueo no había podido tocar. Era casi una privilegiada, porque además de su sueldo y libreta de racionamiento, recibía propinas en dólares mensuales de cada una de las Sociedades a las que les «brindaba sus conocimientos».

Nos conocimos por causalidad, gracias a su condición de cubana «especial», en una discoteca del Tritón-Neptuno, por mi dureza para bailar salsa, mis ganas de aprender, y tal vez el querer conocernos, mas.
En su casa en El Vedado, allá en La Habana, aprendió a tomar Mate. Y le gustó.
En mi primer despedida, le dejé un mate, termo, bombilla, y un kilo y medio de yerba mate que me quedó…
Las comunicaciones, al despedirnos, eran muy esporádicas, no porque no queríamos, sino porque en esos tiempos era difícil. No internet, y apenas el teléfono de un vecino que por ser diputado tenía el privilegio de tenerlo. Así concreté mi próximo viaje, a los ocho meses, mas o menos, de aquella despedida… Con una condición: Llevar yerba mate!
Al llegar, los cuentos de su madre y su hermano me causaban gracia. Se había vuelto adictiva a esa «droga», decían.
– Bueno, pues, vamos a tomar esos mates!!
Y la dejé que iniciara «nuestra ceremonia»… Hirvió el agua. Bien. El mate, la yerba hasta la mitad, y la acomodó con la palma de la mano. Bien. Fue hasta la canilla, y puso un chorro de agua tibia a la yerba. Bien.
Y entonces, me dijo:
-Como me enseñaste, huan (la jota no la pronuncian), el primero lo toma quien lo ceba.
Yo observaba. Llenó el mate de agua hirviendo, ¡puso la bombilla en el medio! y chupó… al terminar, ¡sacó la bombilla!, llenó el mate de agua hirviendo, ¡puso la bombilla en el medio! y me sirvió. Y así sucesivamente…
Creo que esas fueron una de las causas, entre otras, por las que no nos volvimos a encontrar en mis periódicas visitas a la Isla de Martí.

TINTA MANSA.

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