Velador ténue, música de fondo y la cálida tinta se desparrama sobre el papel. Simula no ser ocurrente, plasmar sobre una matríz centenares de litros y queda registrado sólo una línea: la letra. Quizá algunos en alguna vida tenemos alguna que otra enfermedad mental, esa donde la personalidad se diluye y la voluntad, la compleja voluntad quiere encontrarse con su raíz. La desorientación te inunda y el miedo a la demencia, a quedar sin un norte hierve la sangre.
En ese momento surge un huracán de sensaciones y UNA – no tener compasión – te brincará al abismo permitiendo al viento llevarse muchas cosas.

Abrirás los brazos y planearás. No sabrás por qué. Al preguntártelo la respuesta aparecerá. No hay razón.

Como el ave en el cielo tomando diferentes maniobras para llegar con o sin viento a un árbol a trasmano.

– Hace bastante no te veo acá. Extrañaba cómo del volcán, en vez de moscas podridas, salen mariposas con sensibilidad quebradiza, una rama poderosa y este juego que a veces te engaña al lograr que pienses que estás siendo sincero y valiente.

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