Sale el sol, el resplandor entra por la ventana, Señor E se levanta y se alista para un día de lucha, la comida aún no es segura y los platos están vacíos. Señor E toma su bolso y camina sin rumbo fijo, suena su teléfono rin rin, ¡Trabajo! piensa y sin perder tiempo se aproxima al lugar. El sol empieza a mostrar sus rayos más fuertes, hace calor.

Señor E atentamente a encontrar el daño al televisor hace caso omiso a los ruidos externos, un vaso de agua le ofrecen, se lo bebe sin dejar una gota, su mente se refresca soluciona el daño rápidamente lo que le permite llegar a su casa con el almuerzo. Señor E siente un leve dolor en su rodilla, no le hace bien caminar largos trayectos, su mente da vueltas, respira profundo, se imagina en Canadá, un país que siempre ha anhelado conocer. El reloj avanza, el tic tic se hace cada vez más fuerte, el dolor en la rodilla no cesa, pero piensa en su hija que cursa último semestre en su carrera, ¡Todo esfuerzo es válido!

Los días pasan, Señor E sigue en su lucha, de aquí para allá, sabe que pronto sus sacrificios son por los seres que más quiere.

Un par de días más tarde, su hija llega a su casa, con una gran sonrisa, el semblante en su rostro es de emoción, su tesis fue la mejor y la Universidad le ofreció una beca para una especialización en el exterior y un trabajo de medio tiempo. Su madre se alegra, Señor E está muy animado, tantas madrugadas y trasnochadas han dado fruto.

A poco menos de 6 meses después, su hija les regala a sus padres un viaje sorpresa, es incierto el destino, Señor E baja del avión, el clima es frio, va de la mano de su señora, no es un sueño, hay un letrero que dice » Welcome to Canada» !!! Por fin conocía el país con el que tanto soñó, la emoción y entusiasmo eran indiscutibles, Señor E no cambiaría ese momento por nada y descubriría que cada gota de sudor bajo el sol inclemente de su trabajo valió la pena.

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