Iba con tiempo de sobra a su primera entrevista laboral. 9 a.m. Va en el bus pensando todo lo que podría hacer con ese sueldo, no podía pensar en otra cosa desde la noche anterior. Se iría a vivir con Magda, su novia desde el colegio. Podrían arrendar un pequeño apartamento, de una alcoba, justo para empezar su vida juntos. Algo más cerca de la zona industrial, para poder llegar en 40 minutos, y no tener que tomar dos buses y dedicar dos horas a cada trayecto.
Él nunca había trabajado en una empresa grande. Se había graduado como auxiliar de contabilidad, y este era su primer trabajo. Una gran fábrica de Zapatos de cuero para Dama, tacones, botas, la última moda copiada de las mejores vitrinas de Milán y Paris. Lo había recomendado su cuñado que trabajaba en la bodega y ya llevaba casi dos años en la compañía. Salario mínimo con prestaciones, prima, pensión y vacaciones, lunes a viernes 8 a 5:30, sábados hasta medio día (cosa que rara vez sucedía), transportes, y almuerzos incluidos en la cafetería de la empresa, el trabajo soñado.
El edificio de ladrillo tenía dos pisos, unas ventanas oscuras, polarizadas, dando un toque de misterio a la construcción, no dejaba ver absolutamente nada hacia adentro, no se sabía si había alguien ahí o no, pasaba desapercibida entre las calles llenas de bodegas similares, zona industrial, camiones y smog en el ambiente, chimeneas 24 horas escupiendo un humo denso, oscuro. Al presionar el timbre, se escuchó la voz de la secretaria a través del parlante. – Buenas tardes, calzado Nacional, a quien necesita. – El nervioso, aclara su garganta antes de hablar. – Vengo para la entrevista para auxiliar de contabilidad. Después de 30 segundos que se sintieron como diez minutos la mujer le contesta con voz cansada – Empuje la puerta después del timbre. Bzzzzzzz. Al ingresar a través de la puerta de vidrios negros, encuentra una sala luminosa, moderna, una mujer sentada tras un escritorio de aluminio, cincuenta y pico de años, gafas con marco grueso como de profesora, cabellos voladizos y canas rebeldes salen de su cabeza, operación mecánica esta de ser secretaria de una gran empresa de calzado. Tuvo que esperar más de media hora, en la mesa auxiliar revistas que datan de hace más de cinco años, se pone a hojear las revistas, en parte por los nervios, en parte por matar el tiempo. Curioso ver cómo van cambiando las cosas, sobre todo en el medio de la farándula, noviazgos, rompimientos, el actor que era novio de una modelo sueca, rompe con ella, en la siguiente revista ya está casado con una actriz australiana, y en la tercera revista nuevamente divorciado, rogándole a su primera novia quien ya se había casado con otro modelo. Leyó sus nombres nuevamente para buscar luego en su casa en que iba la vida de cada uno de ellos.
Después de una eternidad escucha -¿Eugenio Méndez? – pregunta la secretaria con su voz apagada y fría, _ Si soy yo, contesta Eugenio con voz temblorosa, poniéndose de pie, estirando su traje azul oscuro de paño, el que tenia de su confirmación, camisa blanca planchada y almidonada con antelación por su madre. – Oficina de personal, Siga por el corredor hasta el cuarto corredor a la derecha, pregunte por Nancy. Bzzzzzz – Eugenio entiende que debe apresurarse a empujar la puerta para ingresar, la mujer está muy ocupada y no le dará otra oportunidad. Logra tocar el vidrio frio y macizo antes del último segundo, empuja con fuerza y la puerta se cierra con fuerza detrás de él. Ingresa al Salón, un gran espacio lleno de escritorios, oficina abierta, cada empleado en su módulo, frente a su computadora, todos concentrados, nadie habla, ninguno lo mira, no se escucha música, solo el permanente tecleado, la música de los dedos moviéndose rápidamente, más de cien manos llenando de letras las pantallas, cargando información. Camina por el corredor central lleno de luces fluorescentes, primer corredor, tercero, llega al cuarto…derecha o izquierda. Derecha, al fondo del corredor, después de cinco espacios de trabajo, está la puerta blanca, el aviso en acrílico blanco con letras doradas, OFICINA DE PERSONAL, el logo de la empresa al lado derecho. Eugenio cierra su puño y tímidamente golpea la puerta metálica, una sensación fría en los nudillos con cada golpe. – ¿Quién es? -pregunta una voz seria y ronca desde el interior. – Ejem, Soy Eugenio Méndez, vengo a la entrevista como auxiliar de contabilidad. – Bzzzz – Empuje, ordena la voz desde el interior. Nuevamente otra mole por sobrepasar, la puerta se abre lentamente girando sobre su, una gran oficina con una vidriera de piso a techo, que daba a un pequeño jardín, con arboles y una fuente de agua cayendo entre piedras, oasis natural entre el caos y contaminacion de la zona industrial. Ahí esta Nancy, la gerente de recursos humanos, seriedad absoluta, peinado moderno y corto, negro azabache, pelo liso hacia un lado, pegado a su frente, traje de chaqueta y falda compañeros, a raya de tiza. Una montaña de hojas de vida sobre su escritorio, la mujer lo mira de pies a cabeza, como un agente secreto, inspeccionando cada detalle de su peinado, vestuario, chaqueta, arrugas, deteniendo sus ojos en cada punto como un escáner que busca secretos en su interior. Luego comenta con un tono de aprobación – Siéntese por favor.
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