Hoy asistí a un sepelio, la alegre música cañonera retumbaba en el cementerio. Muchos artistas estaban allí, llorosos, ofreciendo su presencia y talento para despedir al cultor.
Cincuenta burriquitas daban color y vida al ambiente, los cultores de las manifestaciones folclóricas de san Juan y san Pedro de la ciudad de Guarenas, los cantadores de La Cruz de Mayo, cantantes de todo tipo de música, poetas, escultores, pintores, niños, niñas y jóvenes al frente de un cortejo nada fúnebre.
Nuestra hija estaba desconsolada. Su papá parecía que nunca se nos iba a ir… 31 años bailando “La Vieja” con el sentimiento de quien se sabe útil y querido al hacer el bien a través de la alegría y las ocurrencias espontaneas en cada evento; 65 años cumplidos, 60 de ellos ligado de una u otra forma a la cultura popular. Despojado de su ego, sin títulos ni nombramientos. Un cultor de la tradición venezolana. Genio y figura del quehacer popular.
¡Venezuela es otra! – Dijo hace poco- Pero si uno deja de lado estas actividades… se pierden la identidad y los valores. ¡Tenemos que continuar! ¡Por los muchachos principalmente!
Dentro de los talleres dictados a estudiantes de todos los niveles y a las comunidades, narraba la historia de “La Vieja” con la jocosidad y el talento histriónico que siempre le ganó amigos. Recientemente explicaba:
“Allá por el año 1.948 vivió en Guarenas un señor muy ingenioso llamado Miguel Parra. Miguel era músico, tocaba el cuatro, las maracas y hasta un pito; con estos instrumentos deleitaba a las personas, tocando, cantando y bailando. El público, agradecido por el show, le daba dinero.- Explicaba, extendiendo el sombrero para ilustrar el gesto de Miguel al culminar su intervención artística.
Una noche, Miguel soñó con una ancianita muy rochelera. En el sueño, Miguel se montó sobre la espalda de la señora y ésta lo paseó con agilidad, bailando por toda la plaza al ritmo de un merengue y de un joropo sabroson. ¡Y la gente disfrutaba con el espectáculo!
Entonces Miguel decidió cumplir con su sueño….elaborando su viejita con materiales de desecho. En el paltó azul marino con el cual bailaba colocó el nombre de Guarenas, convirtiéndose en embajador y representante de su pueblo en otras ciudades, mostrando su graciosa creación.
La gente se preguntaba ¿Cómo hizo ese traje? ¿Cómo se lo pone? (Con tono de voz misterioso) ¡Ese era el gran secreto de Miguel! ¡Parte de su diversión era este secreto! ¡Como ponerse el traje de La Vieja!
Cuando Miguel se fue al cielo, La Viejita quedó guardada en una maleta y hasta en la prensa se comentó la tristeza por su desaparición, ya que eran inseparables «cultura y cultor» .
– Entonces mi hija y yo, dijo Rodolfo Toro, visitamos a Paula (La esposa) sin imaginarnos lo que ocurriría; fuimos a decirle que íbamos a organizar un festival con el nombre de Miguel, . ¡Eso le gustó, tomando una importante decisión!, ¡Me entregó el traje de La Viejita para que yo la bailara! ¿Escucharon? ¡Me encargó que yo la bailara! ¡Ella quiso que esta diversión venezolana, nacida en Guarenas, en nuestro estado Miranda, no fuese olvidada!¡Mi hija presenció el paso generacional de esta manifestación popular! ¡Fue un gran momento!
Culminó mostrando el traje, su secreto, y al final salió a bailar… fue una clase muy interesante…la cual cerró diciendo:
¡Espero les haya gustado la diversión de La Viejita de Guarenas! Los invito a fabricar cada uno su traje, para que muchas viejitas los entretengan a ustedes y a quienes los vean, y me los alejen de las malas costumbres. ¡Dios me los bendiga!
Los aplausos siempre fueron sabrosos, alegres, sinceros… Pero entonces Rodolfo también se fue al cielo… ¿Quién la bailará ahora?
Reflexiono: “La Viejita de Guarenas” creada por Miguel Parra cambió de carácter, esta nueva Viejita, sucesora de aquella, tiene un rango de popularidad más amplio; de eso se ocupó Rodolfo durante 31 años: de difundir su origen, darle fundamento y orden a su existencia, brindarle una trayectoria de vida útil mientras fueran pareja. ¡Ésta no se quedará metida en una maleta!
Este cultor transmitió la alegría de ese personaje heredado de Miguel Parra; ella tomó sus mañas y ocurrencias… Le daba de beber agua (¿?) para que se refrescara, o para que se entonara. A quien se descuidara le daba un puntapié con la bota del pié derecho, que se supone era el de él. Le acercaba el rostro de “La Viejita”, como si ella lo fuese a besar, o a saludar.
En medio del baile cañonero, “La Viejita” giraba sobre sí, como para halagar al público, y Rodolfo abría los brazos para abrazar al tiempo, al merengue, a la alegría… a Guarenas y a nuestra Venezuela, la que todos queremos traer de regreso: libre, juguetona, amanecida y enratonada de tanto bailar. ¡Cosas de la vida y de las épocas! ¡Ilusiones y añoranzas de quienes trabajamos para fortalecer la cultura popular, la tradición y el folclore para arraigar el amor a la patria!
“La Viejita” es ahora independiente, escénica, va de escuela en escuela, de un desfile a otro, hasta en la universidad es reclamada. Rodolfo la enseñó a bailar con niños y niñas, a enamorar a los jóvenes para que salgan un rato del Internet y gocen de la sencillez del pueblo, y a los adultos, para que vuelvan a ser niños.
Concluyo emocionada:¡ Ésta Viejita le pertenece al pueblo!
Nos toca a nosotros, docentes, cultores, escritores, cuenta cuentos, la misión de difundir lo que nos dejó Rodolfo, su preocupación por nuestro acervo cultural y por nuestros valores, darles permanencia a través de la literatura, del teatro, la música y el canto.
Como les dije… Hoy asistí a un sepelio, y más que despedida, fue un compromiso como amiga, como cultora, como guarenera y como venezolana… ¡Que la diversión de La Viejita se difunda por el mundo! ¡Viva la Cultura Popular! ¡Y que continúe la tradición! (25/10/2017)
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