En un momento, en solo un encuentro, en un cruce de palabras de personalidades, se plasma una historia de vida, de anhelos, de sueños, de necesidades, de logros y miserias de empresas y de familia.
Y en ese pequeño instante se juega y se juzga nuestra historia, nuestra persona, las respuestas, las posturas y conductas. Las miradas, las manos y hasta nuestras suelas, si están nuevas o gastadas de tantas entrevistas rechazadas.
Parafraseamos cargos y logros obtenidos, para validar o revalidar etiquetas que nos han colocado y muchas veces sabiendo que son cosas que no hemos del todo alcanzado y lo ocultamos. Como también ocultamos el talento para que no piensen que estamos sobre calificados.
Más que vender una imagen, un perfil laboral, deberíamos mostrar con orgullo nuestra hoja de vida, con nuestros valores fuertes, nuestra identidad espontánea, nuestros pequeños sueños cumplidos, una foto familiar y con nuestros amigos, nuestra razón de ser y de vivir. Lo que te hace ganar el respeto de los demás, lo que te hace sentir que estas vivo.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS