“La corrupción es un vicio de los hombres, no de los tiempos” Séneca
Hacia 1989, me encontré en la Electrificadora del Tolima, con el vendedor de la empresa Motores, S.A., con el cual fuimos a tomar un café. En una charla distendida de colegas le pregunté que había sucedido en la Licitación de Pasto, entonces me dijo: “Nosotros tenemos una muy buena relación con la Junta Directiva y la Gerencia General de la Electrificadora de Nariño a los cuales les vendemos muchos de nuestros productos y por su atención les hacemos un reconocimiento económico…razón por la cual al hacerse público que la mejor oferta era la de Eléctricos Internacional, decidieron declararla desierta…como ya conocíamos las condiciones y los precios, mejoramos nuestra oferta…pero a pesar de ser ganadores no fue económicamente bueno para la empresa, ya que los Fusibles de Expulsión nosotros los importamos de Estados Unidos…al final no fue un buen negocio, yo ni gané comisión como comercial…”
En marzo de 1985, luego de una entrevista con Fulvio Jaramillo -Director Comercial-, ingresé a trabajar como vendedor de la empresa Eléctricos Internacional. Empecé ofreciendo unos estabilizadores de voltaje para televisores marca Stavol -importados de Japón- que ofrecíamos puerta a puerta. Al cabo de una semana no habíamos tenido resultado, entonces decidimos con Jairo Rueda -amigo del barrio-, que trabajaba con nosotros, presentar una propuesta nueva el lunes siguiente.
La idea nuestra fue aceptada y empezamos a visitar tiendas de electrodomésticos ofreciendo los estabilizadores, para que la gente los comprara junto con los televisores, igualmente lo hicimos en Fondos de Empleados y Cooperativas. Al cabo de una semana a Jairo Rueda le ofrecieron un trabajo con mejores garantías y sin pensarlo dos veces se fue. Quedé solo y con un gran reto ya que no era un producto de gran demanda y la gente no tenía claro lo importante que era para proteger sus aparatos electrónicos.
Llevaba dos semanas trabajando sin resultados y el viernes en la noche recibimos una llamada de teléfono, era para mí y sinceramente tenía pereza de hablar. Contestó Gladys, la tía de mi esposa, y me gritó: negrito al teléfono…Bajé a la sala y contesté. Era Joaquín Encizo del Fondo de Empleados de Laboratorios Probyala y me dijo que llevara doce estabilizadores de voltaje, el lunes siguiente, que ya estaban vendidos. Con esto se inició un cambio en mi vida laboral, ya empezaba a ganar dinero muy necesario para el mantenimiento de nuestra familia: Patricia -esposa- y Arlen -hija-.
Al mes aproximadamente firmé un contrato indefinido. Después de un tiempo había vendido una buena cantidad y entonces el gerente de la empresa, Guy Combeau, me permitió que vendiera otros productos: Fusibles de Expulsión para Cortacircuitos y Fleje de Acero Inoxidable.
Con el tiempo se fue ampliando mi campo de acción hacia otras ciudades, fuera de Bogotá, como: Cali, Pereira, Cartagena…con ese cambio no solo visitaba almacenes de material eléctrico sino que además establecí relación con algunas Electrificadoras. Ahí empiezo a enterarme de la corrupción a través de las empresas del Estado y tuve mi primera experiencia al presentarnos a una Licitación Pública en Nariño, en la ciudad de Pasto.
Hice el viaje a Cali donde trabajé todo el día lunes y al martes me desplacé a la ciudad de Pasto como representante de Eléctricos Internacional a la apertura de la Licitación y lectura de las propuestas. Nos presentamos unas seis empresas y en su relación calidad – precio nuestra oferta era la mejor, por lo tanto nos dimos como ganadores. Al volver a Bogotá le comenté a Guy y dimos por sentado que nos la adjudicarían.
Al cabo de unos dos meses, nos llegó una carta de la Electrificadora diciendo que se había declarado desierta la Licitación y que se abría una nueva donde podíamos participar. Simplemente imprimimos la misma oferta otra vez y la enviamos. Al mes nos llegó una carta agradeciendo nuestro concurso y que éramos la segunda opción en caso de que la ganadora no firmara el contrato. Se generaron muchas dudas en la empresa y a pesar de solicitar algunas respuestas por escrito a lo sucedido, ya que presuntamente éramos los ganadores, nunca hubo contestación.
Un día cualquiera, después de una reunión en la empresa, Guy me invitó a comer y hablamos un poco sobre el tema de la corrupción, de manera informal, después de un buen almuerzo y de tomarnos una cerveza…es un tema que da para mucho y que podríamos resumir en: avaricia, ansia de poder, falta de compromiso social… que hace un irreparable daño a la sociedad, a las organizaciones y por ende a las personas.
Él como empresario no quiso ser cómplice o participe de esas tramas corruptas y eso generó un paso más en nuestra amistad que aún perdura.
Simón Bolívar, Libertador, tenía tan clara la necesidad de exterminar ese tumor maligno de la corrupción que decretó en Lima, el 12 de enero de 1824, la «Pena capital» por malversación o utilización personal de fondos públicos a funcionarios y jueces que no aplicaran la ley…
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