La muerte del periodismo

La muerte del periodismo

Sharon Del Sirius

16/03/2017

Extractos del corazón de Susana Pérez:

4 de enero de 2016

Las ventanas de mi auto están empañadas, las nubes lloran y mi madre también. Yo tengo que ser fuerte. Estamos atrapadas en el tráfico, el típico tráfico caraqueño, pero no es eso lo que nos desespera. Mi madre baja el vidrio de su ventana y saca la cabeza para lanzar un grito de dolor, casi al instante le responden desde otros vehículos con insultos y se logra escuchar una amenaza por parte de un autobusero —“Cállate o me bajo y te mato aquí mismo, maldita”—. Sé que mi madre solo quiere liberar su impotencia, pero le recuerdo que estamos en un país violento y que por algo más insignificante que eso se arriesgaría a dejar de existir. Me refuta y luego calla, hay un silencio entre ambas, silencio que interrumpo: —No somos culpables de explotar por cualquier cosa. Nos hemos convertido en monstruos porque, así como tú y como yo, cada uno de ellos se está preocupando por el mañana. No saben dónde comprarán la comida para sus hijos, no saben si mañana habrá agua o luz, no saben si llegarán con vida a sus casas…— mi voz se quiebra, no puedo continuar hablando y lloro. Mi madre me abraza. En ese instante recibo una llamada del hospital, me informan que mi padre está grave, pero vivirá. Me alegro, aunque no estoy en paz, pienso que quizás Dios nos dio a mi familia y a mí una segunda oportunidad y por eso tengo que tomar una decisión ahora mismo. Mi trabajo puso en riesgo a mi familia y mi padre pudo haber muerto, entonces decido pronunciar las peores palabras: —Tenemos que irnos del país —. Una sensación de nostalgia se apodera de mi cuerpo. El tráfico sigue sin avanzar.

10 de enero de 2016

Pasan los días y mantengo firme mi decisión, solo queda encomendarme a Dios. Reflexiono acerca de mi trabajo, me cuestiono. Quizás no soy perfecta, quizás mi trabajo no ha sido el mejor, pero he intentado ser democrática, objetiva y profesional durante todos estos años de carrera. Sin embargo, hoy soy una periodista censurada, criticada y perseguida por una dictadura cruel que vela solo por su bienestar y teme que se descubran todas sus injusticias. Me han intentado comprar la misma cantidad de veces que me han amenazado, pero esta vez llegaron muy lejos. Hoy nada es más importante que mi hijo, mi marido, mi hermano, mi madre y por supuesto mi padre, quien sufrió un atentado dentro su propio hogar. No hay justicia, no puedo denunciar. No hay libertad de expresión, no puedo opinar…Y por si fuera poco, conozco a los culpables, pero de eso no puedo hablar.

14 de enero de 2016

Los nervios están a flor de piel, hice las maletas y en solo días vuelo a Canadá con toda mi familia. No sabemos que nos depara, pero cualquier cosa será mejor que vivir en esta zozobra, pienso que a mi mamá le alegraría montar un negocio de arepas, yo podría ayudar. Me encantaría seguir informando desde allá, pero siento desesperanza, he tratado de ser optimista pero no puedo, me deprimo y pienso que no volveré a tener en mis manos un micrófono para informar, eso me frustra. Siento que me cortan las alas, además tengo miedo de ser un estorbo en otro lugar, espero que entiendan que no voy a invadirlos solo porque quiero, espero entiendan que lo hago por sobrevivir, que quiero caminar y no sentir que me persiguen o que amenazan a mi marido. Espero que entiendan que no es fácil y que lo hago porque no tengo otra opción. No elegí nacer en un país que actualmente se encuentra dominado por la corrupción, con un falso concepto de socialismo dañado, no elegí nacer en un país donde la impunidad reina y el desasosiego es lo único que aún no nos roban. He sido pisoteada en el país de las mentiras, donde la verdad no existe. He sido víctima de las circunstancias y respiro día a día el dolor de haber abandonado mi vocación, por culpa del acoso laboral que recibe día a día mi profesión.

23 de enero de 2016

Mañana es el día de huir, un día triste que durante el vuelo trataré de ver con buenos ojos. Ya renuncié al programa de televisión que me hizo ser la periodista que soy, renuncié a seguir informando por radio. Renuncie al periódico del cual soy columnista. Es como si te arrancaran el pecho, pero no renunciare a mis sueños, ni renunciaré a esa Venezuela que he imaginado tantas veces libre. Aunque intenten matar a el periodismo, no lo harán. Me voy para que no censuren mis ideas, me voy, sí… Pero desde el otro lado del charco me encargaré de decir todo lo que no me permitieron decir en mi país.

24 de enero de 2016

En seis horas me voy de mi tierra, lo único que pido a Dios es que antes de tomar ese vuelo no nos pase nada, ni a mi familia ni a mí. La meta está tan cerca, pero a la vez tan lejos. Ya no más amenazas diarias, ya no más miedo, ya no más gobierno… Pero en seis horas pueden pasar muchas cosas, trato de no pensar en eso, aunque, tengo un presentimiento. Me duele el pecho y tengo miedo. Creo que son ideas mías, he recibido más amenazas en estos últimos días, estoy tensa…

¡Ahora voy en camino al aeropuerto! Vicente, mi sobrino, se ofreció a llevarnos en su auto. Sólo ruego a Dios. En pocas horas todos estaremos bien.

25 de enero de 2016

Por: Sharon Del Sirius / @sharondelsirius / BLOG

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS