Mi nombre es memoria, soy un amplio espacio cargado de imágenes, palabras, actos y contactos.  Contacto, es precisamente eso lo que me está faltando. En un principio solo me alimentaba de estímulos recibidos por la piel, ese extenso órgano del cuerpo humano que recibe información continua.  Luego empezaron a aparecer las imágenes, las palabras y con todo esto, nuevas sensaciones. Me gusta mucho registrar un abrazo, por ejemplo, o las risas; aunque también me gusta guardar el dolor, no voy a negarlo; el dolor tiene un «no se que» que me encanta. 

Recuerdo como todo transcurría en esa casa, los juegos, las fiestas, las visitas, los primos, las tías, los vecinos. Pero de a poco el núcleo familiar se fue desvaneciendo. Entonces vi crecer a mis sobrinas a través de fotos que llegaban por correo electrónico.  Aunque también llegaron momentos muy divertidos con las video-llamadas, sesiones cortas pero constantes en las que la palabra y la imagen aparecen a través de una pantalla.  Y así empezó un vertiginoso camino hacia el no-contacto. Lo cual me molesta porque yo soy una memoria muy de la aproximación, del trato, muy de la piel. – Espero que cuando abandone este cuerpo pueda nacer en otro al que le guste más la cercanía, un perro podría ser, que siempre esta buscando afecto y explorando con la nariz-.

Gael, nuestro hijo, con pocos días de nacido se encuentra con gran parte de su familia por la pantalla. Y continuamos viéndonos crecer entre pixeles, reconociendo rostros cercanos desde la distancia. Así que la mayor parte del tiempo hay un vacío, quizás es un trayecto físico y emocional entre la pantalla y la imagen.  Pero de cuando en cuando los trayectos se pueden recorrer y los cuerpos se pueden reunir. Y entonces son bienvenidos los viajes, que son un oasis para mi. Me llenan completamente, son momentos intensos en los que el contacto reaparece.

Sin embargo, siempre volvemos a los pixeles.

Hoy mi alimento, mi  todo,  transcurre en múltiples lugares, con diversos climas, horarios, culturas, costumbres. Hoy la familia recorre muchas casas y se encuentra en una nube.

Y yo vivo ahí, en esa nube esperando el próximo viaje, el próximo abrazo.

Fin.

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Foto tomada del álbum familiar.

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Fotos de videollamadas.

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Mosaico con diversas fotos de video llamadas.

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