Urgente el tiempo como siempre,me ordenaba escribir de apuro,las líneas de la crónica .Las noticias no esperan y los diarios tampoco.

Parece que la vida transcurre entre la emergencia y la urgencia sin escalas.Sin dar tregua, ni espacio a las otras cosas que pasan.

Iba tirando de costado las hojas que no servían..y de pronto..,apareció de la nada o sí..,en mi biblioteca,en silencio, fortuitamente,silenciosamente, la maleta de los abuelos.

Me desparramé para ver sus dichos…oir..sus frases..sus contenidos.

Apenas legible decía..España 1900 y pico,el matasellos,borró heridas,quizá la distancia el tiempo o la infamia.

Ana y José mis abuelos.

Algo recuerdo de Ana,menuda, pequeñita,sensible,cubierta de gracia y sabiduría, natural de Sorbas, Almería.

Y del abuelo qué decirles,murió un año antes de que pudiese descubrir su grandeza. Había sido cura y por esas cosas que callan las familias,absolutamente enamorado de Ana.

La guerra los unió,el hambre,la incomprensión, la lucha. Y fue Argentina su realeza.

Los recuerdos de ese amor me hacen tolerante..digna.

Pero las lágrimas caen sobre el teclado y la realidad de hoy, que atropella,no me espera.

La crónica del diario debe ser escrita,con premura y sin emociones.

De soslayo y sin haberla abierto,consagro con mis ojos,la certidumbre. Esa maleta contiene, amor y leyenda.

Y no me he detenido en este absurdo vértigo,a tomar nota.

Será la crónica,será la vida.

Pero no me he detenido.

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