Durante la última prueba donde la modista, sintió tanta repulsa por ese vestido que, sin querer, lo rasgó un poco.
–No te preocupes Raquel, eso lo arreglo en un dos por tres. –le dijo Lola.
–Perdón, fue sin querer… Te estoy dando mucho trabajo. Primero el otro vestido y ahora este que no se me ajusta bien…
–Tranquila, no es nada.
–No sé… me gusta más el blanco. Ese sí me quedó hermoso. –decía mientras se miraba en el espejo con cara de desgano.
–Bueno, ese te lo ponés en la víspera –la animó Lola.
La imagen en el espejo se deslió en la marea de sus pensamientos. Recordaba cuando, tres meses antes, él la llevó a que conociera la que sería su nueva casa. Se quedó impresionada. Tenía todo: una sala con muebles nuevos y sofás abullonados. Un comedor en madera pulida, de cuatro puestos. Las grandes alacenas de la cocina almacenaban vajillas, ollas, sartenes y ¡hasta trapos de cocina! Todo olía a nuevo. En la habitación principal resaltaba la cama, con cabecero de caoba tallada y con sábanas y almohadones inmaculados. Se quedó con la mirada lela, fija en el blanco de la cama y recordó su vestido. Entusiasmada le comentó a él:
–Lola ya está terminándome el vestido. Es muy largo, con encajes… y no te puedo decir más, que es mala suerte.
–Pero, ¿te pensás casar de blanco?
–Claro… –respondió ella, sin entender a dónde llevaba su pregunta.
Él puso su cara de serio y con tono enfático le replicó:
–No. Nos vamos a casar de negro. Los dos…
–Pero…
Cristóbal, la interrumpió:
–Porque nos vamos a morir para el mundo.
El día de la boda, caminó con pasos inseguros hacia el altar y con la mirada tan ensombrecida como su vestido. La celebración se limitó a un desayuno familiar en la que ya no era su casa desde ese día. El novio estuvo ausente casi todo el tiempo. Su cansancio lo obligó a buscar una cama al rato de llegar.
Al medio día la pareja llegaba a su nueva casa, aún fría y oscurecida. Detrás de ella entró él, que echó llave a la puerta con un movimiento rápido y firme. El ruido brusco de la cerradura hizo saltar el corazón ya inquieto de Raquel, al mismo tiempo un pensamiento oscuro la dejó aturdida.
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