Atendía por María la Larga

su cuerpo delgado y esbelto, se pasó la mayoría de la vida vestido de negro. Era frágil y delicada, refinada, con buenos modales. El pelo siempre recogido en un moño que coronaba la nuca y que fue cambiando de color según pasaban los años.

Su padre, Joaquín, murió de silicosis. A pesar de su corta edad en ese momento, le cuidó hasta el suspiro final,  limpiando el perlado sudor que aparecía en la frente del adorado papá. Su manita infantil movía un paño de algodón raído y con sumo cariño se lo pasaba por la cara. La dejó con sus dos hermanos prendida de la responsabilidad de su madre, la Sra. Remedios.

Solo fue siete días a la escuela. Arrastraba su sillita entre los olivos y tras pagar su perrilla se acomodaba entre los demás niños esperando aprender las letras y alguna de las cuatro reglas, como por entonces se decía.

La necesidad, el hambre y la miseria le hicieron abandonar su campo de olivos y su pueblo, acabando en una buena casa de Madrid al cuidado de los hijos de una generosa familia. Solo tenía once años y llegaron a quererla casi como a una hija.

Su afán de saber crecía cada día y cuando los pequeños recibían sus clases particulares, ella desde un rincón de la habitación escuchaba las lecciones y con una atención casi espasmosa consiguió  juntar las letras y poder comprender limitadamente lo que ponía en los libros. Allí conoció a un joven bien parecido que también pertenecía al servicio. Era el chófer. Siempre de uniforme y muy limpio. Con los zapatos relucientes como el sol yel pelo pegado y brillante como un actor de cine. Parecía un dandi y la miraba por el rabillo del ojo cada vez que coincidían. Se topaban intencionadamente a la entrada o salida y las risas les abordaban por las esquinas.

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Un día salió de la casa vestida de negro y velo blanco para unirse en santo matrimonio con el distinguido conductor. Empezaba una nueva vida. Dejabaatrás tantos años de cuidos y vigilancias. Ella, que había crecido sin atenciones de nadie.

Sin darse ni cuenta ya estaba encinta por primera vez. Nueve largos meses de  incesante espera en casa. El apuesto conductor aficionado al fútbol, pasaba más tiempo en el campo de juego que en casa y María la Larga sola, esperando para la cena. Una niña rolliza y hermosa llegó a este mundo con ganas de dar guerra pero el destino hizo que de nuevo volviese a vestir de negro antes de que la pequeña pudiese cumplir su primer año.

Las revueltas previas a la Guerra Civil empezaban a revolucionar las vidas de los habitantes de Madrid. El conductor se convirtió en reportero y ella se encontraba de nuevo en estado de buena esperanza, alumbrando a otra niña de carita fina y pelo oscuro unos meses antes de comenzar definitivamente la movilización.

Empezó a sentirse el caos. Ella fue una de las mamás refugiadas en Valencia con su pequeña de pocos meses colgada al pecho pellejudo por falta de alimento. Él, corresponsal de guerra, trabajaba para  un pequeño periódico local. Se  debatía entre el miedo y el terror. No podía soportar el ruido de las bombas caer, destrozando edificios y segandola vida de amigos, vecinos y compatriotas por el otro bando. Al cabo de los meses de separación volvían a estar juntos.  Después  de la emoción y la alegría del encuentro, una nueva vida venía de camino antes de poder acabar aquella inexplicable contienda entre hermanos.

A los pocos meses del nuevo alumbramiento el desastre acabó y puso fin a tres años de muertes y hambres inacabables, de miedos y penurias para conseguir sobrevivir. Ahora eran cuatro defamilia. No había alimentos, empezaron  las raciones contadas y el mercado negro al que ella notenía acceso. El reportero enfermó del corazón a consecuencia del horror pasado durante los tres años en el campo de batalla. Dejó de trabajar y se convirtió en una boca más que alimentar, pedía sin dar nada a cambio, solo un disgusto detrás de otro. Se vivía como se podía. Administrando las miserias diarias para los suyos aunque ella no probase bocado, convirtiendo así la rutina en algo parecido a una vida de familia. Siempre contenta y canturreando. Con sus refranes siempre en la boca. Buscando soluciones a los problemas. De un trapo viejo salía una camisa, de unas sobras un guiso, para conseguir seguir viviendo.

Llegó  el niño. El pequeño de la familia. Nació entre un padre desmejorado y una madre cansada de trabajar para otros. Fregaba baños y zurcía trajes caros de gente aparentosa, mientras ella de este modo llenaba los estómagos de su prole. Y un día se quedó sola. Ella y sus tres hijos. Él se fue a buscar aventuras prohibidas por el médico a lechos más permisivos. Hasta que unamañana invernal se lo arrebató definitivamente. Su vestimenta volvió a teñirse de un negro intenso durante unos cuantos años. Su mundo se reducía al trabajo nocturno y algo de descanso matinal mientras su primogénita se ocupaba de sus hermanos. Ésta seguía el ejemplo de su madre, siempre pendiente de los pequeños olvidando que ella también existía.

Pasaron los años de sacrificio y dolor constante a pesar de su siempre buena cara y sonrisa en los labios. Los  hijos ya mayores formaron sus respectivas familias y unos más que otros tuvieron suerte en la vida. Ella siempre fue el punto de referencia para todos. Era el nexo de unión. Llegó a ser bisabuela y en ese tiempo ya de pelo cano y siempre recogido le contaba a su biznieta historias, la mayoría inventadas, de sus días mozos en los que tuvo que abandonar su campo y empezar una nueva versión de su sencilla vida.

A veces dicen que me parezco a ella.  Todo un orgullo.

Por cierto…María la Larga se llamaba Trinidad: MI ABUELA.

  FIN

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