Cómo alguien pudo poner mejor nombre a un barrio!!. Doce del medio día y el sol pica las cabezas de los pocos seres humanos que caminan por sus calles, los que se cobijan en la plaza, a la sombra de los árboles, de mi pobre cabeza que hierve… La cabeza de una trabajadora social-voluntaria, pobre y sin salario. Me busco una cafetería cercana, un café con hielo, hay que ahorrar y al mismo refrescarse, al tiempo observo el barrio desde la ventana; barrio pobre me dijeron y ahí estaba yo, que habré visto tantas pobrezas más pobres. Maletín en ristre, lista para la reunión con las mujeres de Pan Bendito que se negaban a compartir con “esa gente extraña”, los gitanos pobres, los sudamericanos, los negros y los de tantas otras razas, esos eran sus problemas, los que les quitaban el sueño, “esa gente extraña” que llegó a vivir allí para devaluar sus propiedades… para poner “feino” ese barrio Bendito… Bebo del café, repaso mis notas y me entero un poco de sus vidas… Camino nerviosa, acalorada, ansiosa…Paso en frente de una calle-taller de coches, los gitanos me saludan y sonríen, bajo a la carretera para poder seguir mi camino y busco el lugar donde ellas me esperan…

He ahí, las mujeres de Pan Bendito que no aceptan a los pobres diferentes, a esos que no visten de Prada ni de Armani…Ellas, con sus mejores galas y hasta collares de perlas falsas, peinadas de peluquería, y perfumadas y yo allí me presento sudorosa. Comienzo y para poder identificarlas mejor, les entrego unas pegatinas y les pido que en ellas escriban sus nombres que luego pondrán al lado izquierdo en su pecho…Varias lo hacen y otras siete no …Con delicadeza pregunto por qué no han puesto su nombre en la pegatina, una de ellas, la más joven me dice al oído, «No saben leer ni escribir»…lo dejo, les pregunto su nombre…La reunión era para trabajar con ellas la convivencia con “esa gente extraña” el salón está repleto de mujeres y de quejas, todo sobre esos otros pobres…de esos que trabajan en sus talleres mecánicos-calle, de las negras raras que ahora son sus vecinas, las que ellas llaman “mujeres de la vida” porque no hablan con ellas, no se enteran de sus vidas y según me dicen …”Es que ellas son negras”, los «sudacas» que escuchan música tan alto, de esos ”pobres desgraciados” que han llegado a este país a complicarnos la vida señorita, es lo que exponen ellas… Venidas a Madrid desde Extremadura en su mayoría, españolas de post guerra, luchando con la pobreza que traían a sus espaldas, sin saber leer ni menos escribir, con hambre y miedo, trabajaron en el servicio doméstico para los ricos de Madrid según sus confesiones…Hoy, esos otros pobres que vinieron en sus mismas condiciones pero de otras latitudes y del sur de este mismo país, no pueden ser sus vecinos, son para ellas “gente extraña; gente rara”…”gente pobre de otra raza señorita, ese es el problema”

Termina la reunión, camino, pienso y debo existir, cojo el metro y el autobús que me llevará a casa a 60 km. y me digo… Hay tantas pobrezas y todas tan diferentes, lo que he visto y oído hoy, me dice que, la pobreza se disfraza y en Europa es tan distinta, pero es pobreza igual…pero la peor pobreza es la que mucha gente tiene en la mente y el corazón…LLego a casa, y aún pienso: es a eso es lo los estadounidenses y sudafricanos negros llaman «Apartheid» de unos pobres a otros pobres, parecidos, distintos… pero juntos y a la vez tan separados … Sigo siendo trabajadora social, y hoy , en 2014 pienso: ¿Qué será de mis mujeres de Pan Bendito del año 2005… Hoy, los mismos, somos todos pobres tratando de sobrevivir

 

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