Sé que no eres tú. Palabras poderosas: lo sé, sé sin lugar a dudas que, aunque esta sea tu cara, no eres tú quien está detrás de ella. Me miras y pareces tú, y todos dicen que eres tú, pero sé que no eres tú. No volviste jamás, ¿verdad? Sólo volvió una cáscara. Quizá es porque yo abrí esa cáscara y miré a la criatura que se ovilla dentro, indefensa. Quizá es porque me enseñaste tu camino y yo elegí acompañarte y vi la alegría en la sorpresa, porque te vi en la soledad y cuando te rodeaba todo el mundo, incluso cuando te rodeaba todo el mundo y estabas en soledad. Quizá porque yo te conocí, y te encontré al fin, cuando hacíamos cosas increíbles y también cuando no hacíamos nada, cuando estabas conmigo y cuando yo era sólo parte del telón de fondo, que sé reconocerte. Y no te reconozco. No veo nada en esta persona que sea tuyo. Me dicen que me equivoco, que estoy en duelo, que debería celebrar tu retorno. ¿Se lo dices tú o yo? ¿Quién se lo va a desmentir, a confesarles que todo esto es una mentira vulgar, una mentira cruel?. Es imposible que nadie más se haya dado cuenta. Deja de fingir, por favor. Tengo miedo. Tengo miedo porque no sé con quién estoy viviendo, no sé a quién saludo cada mañana. No sé por qué intento animar a esta persona, si sé que no eres tú. Y es que tiene tu pelo, pero jamás enreda sus dedos entre los mechones. Y tiene tus ojos, pero no miran a ningún lugar; cuando se dirigen hacia mí, me atraviesan, o, peor, se quedan cortos. Sus manos no son tus manos: tiemblan y no quieren tocar nada. Ya no hay música. Tu voz resuena igual, pero no dice lo mismo y no me alcanza, como no me alcanzas tú. Esta persona no cree en tu mensaje, ahora sólo quedo yo, y puede que tú, si te encuentro alguna vez. Camina, corre, se sienta y se levanta, y no se mueve como tú, no pisa como tú, no se tambalea como tú ni trota como tú ni alarga la zancada como tú. Se acerca, pero tú estás lejos, tan lejos que estás muerto. Por favor, dile que me deje. Cuando mueres, tienes que irte. No puedo seguir conviviendo con un cadáver. No soporto mantenerlo en pie sin saber si a ti, estés donde estés, te importa. Si ves esto, si me oyes, si a través de sus ojos me mira alguna vez la criatura indefensa a la que abracé y prometí que todo saldría bien, háblame. Háblame con tus palabras y corre conmigo como siempre, tropezándonos, sin necesitar una razón, sin preguntar. Si estás en algún lugar, vuelve. Tu habitación está vacía, y la ocupa un cadáver que no sé cómo enterrar.
(You’re somebody else -Flora Cash)
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