Vinieron de cada esquina
del mundo de arriba, el lugar
que no pide permiso para andar,
haciendo suyo tu pan, altivo por casa ajena.

Llegaron con mil trajes, distintas sonrisas
marcadas en caras extrañas.
Vinieron calladas y a gritos, acentos
de colores y tan grises
que escupieron mi rostro al hablar.
Me llamaron por otros nombres
y casi nunca por el mío.

Vinieron sin plantearse su llegada.
Sin valorar que flores viejas pisarían
sus suelas grandes y foráneas,
que flores nuevas dejarían de salir
aplastadas por sus pies.
Borraron los caminos que las antes anduvieron,
sacudieron el polvo de la senda del ayer
desdibujando las líneas
que trazaron el legado. Hablaron,
pero sin nunca escuchar.

Llegaron recolectoras.
Recogieron la cosecha de otras manos,
rindieron los surcos rectos y largos
que las espaldas cansadas abrieron
a golpe de sacho,
y sembraron la semilla de la duda
que hoy nos guarda.

Nos enseñaron a cuestionarnos aún
sin llegar a conocernos.
Incertidumbre al creer que ser,
pasaba por seguir siendo en la boca de otras
que nunca somos nosotras.

Nos convencieron del privilegio
de ser esclava a mesa puesta, de entrar
por la puerta de otra y con disfraz
a una fiesta no invitada.
La más blanca entre las negras,
la más rica en la pobreza,
la más nadie sin nación.

Texto y voz: José Miguel Martín Muñoz
Guitarra: Juanjo Pérez
Percusión: José Miguel Martín Muñoz

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