Tiempo, tiempo de Verano
Estoy en mi piecita en la pensión. Es sábado. Conseguí el aguardiente y este es mi momento.
Pienso solo un momento en la vecina que volverá a escuchar en el patio compartido como suena una y otra vez la misma canción. No se cansa, se dirá para sí, sin saber qué a cada nota la siento hundiéndose en mí como una manecilla de reloj, filosa y feroz.
Y es que no es una canción cualquiera, ¡qué sabrá! Es la canción cantada del modo más sentido que se haya grabado jamás. Summertime, de mi bella Janis Lyn Joplin, a quien siento una amiga, y la abanderada de un himno que concentra toda la fuerza de quienes ya no tenemos nada que perder.
Me gusta mucho como comienza; con el baterista haciendo sonar de modo muy suave los platillos, en un ritmo en el que me figuro el andar de un negro rengo en un camino polvoriento, empecinado en llegar a donde deba llegar.
Es como un vals también, tiene un balanceo, que me permite imaginarte a vos, Janis, caminando en puntas de pie, descalza, como he leído que hacías, que ibas descalza cuando te sentías como vos misma, y yo también estoy descalzo, tirado en el catre, me voy sintiendo yo mismo, estoy entrando en calor, y vos venís con cierta seriedad en tu rostro, porque estas a punto de cantar una de las canciones más hermosas, más imponentes e inolvidables, y yo, desde mi cama ya no veo el techo celeste pálido con sus telarañas que ondulan al ritmo del ventilador de techo, sino que te veo a vos, que llegaste al centro del escenario y tomas asiento en una silla de mimbre, vestida con tus pantalones naranjas y tu pelo desgreñado, con tus anteojos redondos, que dejas el vaso de whisky a un costado y sonreís a nadie en particular, a tus propios recuerdos quizás, como hago yo ahora, antes que la canción te arrastre por el fango, haciendo que supliques, que muerdas las palabras que son un canto agónico, porque transformaste este tema, una canción, en un ruego furioso, donde decís que algún día todo será distinto, con tu voz ronca y lastimada, aguardentosa, desgarrada, y con tu canto desatado lanzas aullidos de bruja, vos, que eras tan prodigiosa, que estuviste a punto de alcanzar con un inmenso esfuerzo, como un sortilegio en puntas de pie, ese tiempo, tiempo, tiempo maravilloso que no te llegó, porque no pudiste, porque caíste, que nos queda a nosotros, que me queda a mí.
Y a la vez, te escucho y lo único que decís es que no hay de qué arrepentirse.
Los que tocan en tu banda te acompañan desbocados, y aunque no son virtuosos de la música, en esta canción logran sonar como si estuviesen en un mismo bote en el medio de un naufragio, bandeándose, subiendo y bajando en un mar encrespado mientras son azotados por un viento negro huracanado: es la canción atronadora que se destroza a sí misma, como harás vos, Janis, poco tiempo después, como han hecho tantos….
La banda en un arranque de sobreviviente se desgañita, se encarnizan los arpegios que intentan estar a la altura de lo que entregas, las guitarras eléctricas se aceleran, rugen, se superponen unas a otras y finalmente, callan, para volver de un modo circular, hasta el solo de guitarra saturadísimo que ulula, que emerge del centro del tema con un mensaje, una frecuencia que se eleva como una espiral, y que habla de todas las vueltas y vueltas que damos como hojas en una tormenta, y quiero decirte, Janis, ya que no sé cantar como vos, que ya di muchas vueltas en la vida, más vueltas que ese Cd que sigue y sigue y sigue, y por más que ahora también sea el techo el que me de vueltas, sé que no tengo que explicarte cómo me siento.
La vida es fácil…
Y por eso, ese pequeño silencio, muy pequeño, suficiente para que se despliegue una escala triste y monótona como la realidad, y vos me prometas que “una de estas mañanas, vas a volar hasta el cielo y te vas a levantar cantando”…
Te creo, te quiero creer y hacerme cómplice contigo de algo que hoy me parece tan, tan inalcanzable. La música presagia otras cosas, Janis, es un lamento que cantas con furia: es una canción de cuna de esclavos.
Inevitablemente, me salta, como el pez en el agua, una lágrima cuando decís que nada me podrá lastimar ahora.
Hay un momento de silencio, en donde zumba una mosca.
En el viejo equipo de música con el Cd grabado, y puesto en repetición, la canción recomienza.
Hush, baby baby baby…Ya no llores. Es tiempo, tiempo, tiempo de Verano.
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