OBERTURA RECITADA
La pareja espera un taxi junto a una farola. Una espera absurda. Que pase un taxi en estos tiempos privatizadores es un golpe de fortuna inexplicable. La esposa lleva un abrigo rojo, demasiado rojo para los gustos de él. El esposo lleva una chaqueta corta, demasiado corta para este frío; lleva también una bufanda anudada como si fuera un fular, como si fuera moderno, cosa que no es. La pareja se dirige a una fiesta de amigos del esposo, pero “amigos” es una palabra demasiado grande para la relación que mantienen los trece varones. La fiesta es, en realidad, una reunión para planificar una expedición de alta montaña. Además de amantes de las cumbres, los trece “amigos” son unos melómanos empedernidos. ¿Cuáles son los placeres de la esposa? Hace tiempo que quedaron olvidados para ambos. Para ella, si pudiera pensar, la vida es una estrategia para superar una biografía de éxitos profesionales y carencias afectivas. Tomó la decisión de casarse desestimando un pasado de gloria en el que imaginaba un futuro aún más glorioso.
EL ACORDE DISONANTE ABRIÓ LAS PUERTAS DEL INFIERNO
ESPOSO
Vamos a elegir una ópera.
ESPOSA
El ocaso de los dioses.
ESPOSO
Pretencioso.
ESPOSA
Elektra.
ESPOSO
Previsible que me vengas ahora con esas.
ESPOSA
El montaje de Anselm Kiefer.
ESPOSO
Complaciente con el público.
ESPOSA
Tristán e Isolda.
ESPOSO
Me lo temía.
ESPOSA
El montaje de Bill Viola.
ESPOSO
Nada fundamental para una ópera.
ESPOSA
Nunca recuerdo a los tenores.
ESPOSO
Nunca te acuerdas de la música.
ESPOSA
No es lo mío.
ESPOSO
Desde luego.
ELEKTRA RESIGNADA
ESPOSA
No pasa ni uno. Con lo contenta que me habría quedado en casa.
ESPOSO
Ya empezamos.
ESPOSA
Un jarrón.
ESPOSO
Ya empezamos.
ESPOSA
Ni siquiera un segundo plato.
ESPOSO
Ya empezamos.
ESPOSA
Un jarrón interesante y callado.
ESPOSO
Basta.
ESPOSA
Una estrella fugaz.
ESPOSO
No hay estrellas en Madrid.
ESPOSA
Una estrella fugaz. Pide un deseo.
ESPOSO
No se pueden pedir deseos mientras se espera un taxi.
ESPOSA
Pues yo tampoco pido uno. Además, no tengo deseos propios, ni opinión propia de nada.
ESPOSO
¿Has pedido un deseo?
ESPOSA
Sí, claro.
ESPOSO
La noche no va a hacer que me transforme en un príncipe.
ESPOSO
¿Ni siquiera en uno oscuro?
ESPOSO
El mundo es oscuro.
ESPOSA
¿Cómo voy a saber si me amas si me regañas a cada rato?
ESPOSO
No me hagas preguntas que no sé contestar.
ESPOSA
No busco respuestas.
ESPOSO
No me hagas manifestaciones inútiles.
ESPOSA
Busco verdades.
ESPOSO
No me hagas preguntas que no sé contestar.
ESPOSA
Busco que me alumbres.
ESPOSO
Con una cerilla.
ESPOSA
Busco que me dejes hablar. Con lo que odio tus repeticiones.
ESPOSO
Deberías estudiar más.
ESPOSO
Ese menú repetido año tras año.
ESPOSO
Y así pensarías menos.
ESPOSA
Pescado los viernes y sandwiches de pepino para el té de las cinco. Deberías probar a hacer natillas alguna tarde.
ESPOSO
Deberías repasar los programas y sus elencos.
ESPOSA
Deberías superar ese síndrome de control a los gritos.
ESPOSO
Deberías probar a tomar pastillas.
El esposo toma de la mano a la esposa. Dos figuras aisladas en presencia de un peligro inminente, una presencia con forma de serpiente, tal vez sin cascabel.
ESPOSO
Estás temblando.
ESPOSA
Me voy a aburrir.
ESPOSO
No vuelvas a tu complejo de mujer invisible.
ESPOSA
Creí que me sentiría menos sola.
ESPOSO
A tu edad no puedes permitirte arrojar a un hombre a la esquina.
ESPOSA
Nunca pensé que me iba a costar veinte vidas aprender a convivir con un marido.
ESPOSO
Si hasta dejé que te construyeras esa pretenciosa pérgola en tu jardín cartesiano.
ESPOSA
Las plantas no son cartesianas.
ESPOSO
La pérgola atosiga a la pobre enredadera.
ESPOSA
Te quedaste anclado en la Ilustración.
ESPOSO
¿Causa probable de tanta queja?
ESPOSA
La falta de amor.
ESPOSO
¿Causa inmediata?
ESPOSA
No querer escuchar, un amor muy torpe.
ESPOSO
Demasiadas expectativas para un tipo como yo.
ESPOSA
Y esa voz que me paraliza antes de poder reaccionar con razones.
ESPOSO
Te perseguirá mi voz para siempre.
ESPOSA
Si para casarme tuve que tomarme cinco Valium y no me tenía de pie.
ESPOSO
Pero dijiste a todo el mundo que eran mareos.
ESPOSA
Si mi vestido de novia parecía una mortaja.
ESPOSO
Te creíste algo que nunca fui.
ESPOSA
Demasiados primeros platos a base de acelgas y el gallo como pescado estrella. Si a mí no me gusta el gallo. Si a mí lo que me gustan son las sardinitas fritas. Si a mí lo que me gusta es soplar pompas de jabón mientras me acaricias la cara.
ESPOSO
Nunca me he quejado de que no sepas cocinar. Y no digas que te dejo sola.
ESPOSA
Si a mí lo que me gusta es el olor a lluvia y no a esa colonia tuya que me da tanto asco.
ESPOSO
Mejor ignorar tanta bobada porque sé que cargarás con mis pérdidas de orina, o por lo menos harás como que no te da asco.
ESPOSA
Eso sería si no hubiera conocido ya a un ángel.
ESPOSO
Si yo sé que eres incapaz de lidiar con la soledad sin perder el juicio.
ESPOSA
Un ángel, mientras tú te sentías muy varonil hablando de piolets y viejas hazañas que no se cree nadie.
FINALE
El milagroso taxi aparece y el esposo empuja a la esposa para que entre primero. Él se mete apresuradamente detrás y cierra la puerta sin dejar espacio ni tiempo para que ningún ángel los acompañe. El taxi se aleja, evanescente como el viento de la noche.
Es un error querer ver claridad en las palabras que se dicen en un instante de noche fría. En un instante así parece que todo podría suceder, pero solo lo parece. La farola se apagará de madrugada. Como todas las madrugadas.
Créditos musicales
Rafael Berrio, Simulacro. Warner Music, Spain.
Richard Wagner, Tristán e Isolda, Barenboim, Ponnelle.
Richard Strauss, Elektra, Nikolaus Lehnhoff, Salzburg Festival.
Kiko Veneno, No pido mucho. Sony Music Entertainment, España.
Rosalía, A ningún hombre consiento, Columbia Records.
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