Enfundada en cuero se funde con la noche madrileña.

Se dirigen al local más mítico de la capital. Buena compañía, risas, alcohol, gente por las calles y sobre todo música, lo que hace que uno despegue del suelo y no quiera aterrizar jamás, invencible.

Ella siente que la noche es suya y quiere disfrutarla. Baila, bebe… pero la verdadera fiesta comienza cuando un chico, alto y camisa azul, entra por la puerta. Sus miradas se cruzan. Las canciones van sonando una detrás de otra, como sus pasos, cada vez más próximos.

Ella no le pierde de vista, de lo que no se da cuenta, es que él tampoco.

Sus amigos empiezan a mezclarse con los suyos y de repente, él la pregunta si quiere otra copa. Juntos van a la barra y desde ese momento, no se separan. 

Loquillo suena de fondo, para armonizar que dos amantes de la literatura, la música y el cine, se han encontrado.

Ella no da crédito a lo que ve, a lo que escucha.

Esta reticente, pero donde él va, ella le sigue. La noche continúa; bailan, hablan y se besan. Se fusionan en un beso perfecto, por no encontrar una definición mejor. «Él enseñó a los ángeles a besar», piensa.

Siente que es casa, la conexión es tal que no tiene una explicación lógica, aunque ella la busqué.

Se marchan dando un paseo por las calles de Madrid, de la mano, como dos enamorados, risueños, conversando y devorándose sin parar, con los labios rojos, hinchados, pero felices.

Llegan a su anhelado destino, ella sigue sintiendo que esta en casa. Confía plenamente, no tiene miedos, ni dudas, ni tapujos. Solo le importa ese momento.

Van hacia la cama, la ropa cae al suelo, se besan de la manera más deliciosa, delicada y a la vez ansiosa que ella jamás ha experimentado y se fusionan en uno mientras el amanecer les sorprende iluminando sus cuerpos.

Me pide que sea yo la que componga, mediante palabras, lo que sintió. Y solo con verla, hasta yo, me quedo sin éstas.

Caricias, abrazos, palabras, dulzura, pasión, cariño, conexión, hogar, confianza….

Siempre me quedaré corta, ella lo dice todo con sus ojos verdes y esa sonrisa que ilumina al sol.

Pero llega el lunes. Y una semana acaba y otra empieza.

Me pregunta: ¿ cómo se puede hallar sin buscar?, ¿ cómo retener aquello que se fue?, ¿ cómo expresar sin ahuyentar?.

Busca su aroma en cada esquina, en cada piel, sin encontrar nada que se le parezca.

Ha grabado en su retina, en su corazón y en su cuerpo, todo lo vivido esa noche, para cuando necesite volver a su lado, solo tenga que darle al play y escuchar la melodía más bonita que jamás nadie escribió, solo ellos.

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