Un profundo sentimiento de soledad le rondaba diariamente por su mente. Todos los días despertaba con la sensación de haber abandonado su energía entre sus sueños. Anhelaba volver a dormir y encontrar esa fuerza para seguir hacia adelante. Ella solo quería volar, vivir, sentir. Sin embargo ese monstruo que nublaba su identidad le impedía ver la luz. Allyson tomó una decisión, enfrentarse a esa nube dañina que tanta tristeza le transmitía.
Una mañana se levantó y en cuanto recibió el primer mensaje negativo logró detenerlo, cerró los ojos y sujetando todas esas amapolas con las que había soñado, enmascaró ese pensamiento adverso que comenzaba a agrietar su alma. Con una sonrisa en su rostro marchó hacia el bosque de las luciérnagas. Según se sumergía en el frondoso sendero, pequeños animalillos le alumbraran el camino. Algunos le animaban a introducirse en la cueva donde su cuerpo aludía seguir, otros le animaban a avanzar por un camino donde intuía vivir una sorprendente aventura. Allyson siguió esa intuición, deseaba alcanzar ese onírico lugar donde un jardín de amapolas le mostraba la felicidad.
Caminando entre mariposas azules, sonreía mientras intentaba deslizar sus dedos sobre las sedosas alas. Un instante tan mágico como el caminar bajo un manto de estrellas donde la luna te concede su compañía. Esos eran los sueños que tanto le apasionaban a Allyson, donde ni nada ni nadie le despojaba de sus anhelos, de sus esperanzas ni de sus ilusiones.
De pronto, el grácil movimiento de unas ramas le inquietó. Paralizada frente a aquel árbol observó con entusiasmo cómo una joven y bella dríada se dejaba ver. Surgiendo delicadamente de su roble protector, sus cabellos color esmeralda resplandecían bajo el sol. Su piel del mismo color que su árbol, se mostraba tan sedosa como las alas de las mariposas. Una sonrisa en su rostro le mostró confianza.
— ¿Quién eres? —preguntó Allyson impresionada.
— Soy Flora, duende de los árboles —contestó la dríada muy cordial.
— ¿Podrías ayudarme? Cuando despierto, una sombra nubla mis pensamientos, eso me entristece. Las lágrimas me acompañan y no encuentro consuelo.
— Por eso mismo broté de mi roble, porque me necesitas. Mi poder te otorgará esa energía que tanto aclaman tus pensamientos. Ahora despierta, en cuanto abras tus ojos sabrás lo que debes hacer.
Los ojos de Allyson se abrieron. Esta vez una sonrisa radiaba en su rostro. Buscó entre sus cosas hasta que encontró lo que necesitaba. Una libreta con páginas en blanco. Esa libreta donde comenzó a escribir su historia de fantasía, donde una dríada como protagonista, lograba enfrentarse a ese monstruo que nublaba la identidad de Allyson. Desde ese día, todas las tristezas desaparecieron con la escritura. Escribiendo historias de mariposas azules y duendes de los árboles, así logró volver a sentirse libre, alegre, y en paz.
Música: Enya. Only time. Álbum: A Day without Rain. Warner Music.
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