El cambio había comenzado, el escenario continuaba siendo el mismo, ni siquiera los personajes eran distintos. El mismo grupo de gente joven, los dos mismos bancos enfrentados de aquel parque, los árboles protegiéndoles levemente de la intemperie… Habían cambiado la forma de quedar, agilizándola con el móvil, por medio del wassap, el muro en facebook, o twiteándolo, como ellos decían. Estaban de botellón, como años atrás, todos juntos como siempre, pero ya apenas hablaban, estaban poseídos por aquellos teléfonos inteligentes, pasándose vídeos entre ellos, los cuales provocaban alguna carcajada puntual y algún que otro…

-Como mola tío, jaja, ¡qué bueno!

Frases poco elaboradas, con menos elaboración aún entre sus mensajes escritos de grupo. Esperaban a que alguno de ellos le subiera la bebida antes o más que al resto, para poder cogerle en una situación embarazosa que grabarían con las cámaras de sus móviles, para así poder compartirlo entre ellos mismos o con el resto del  mundo, aprovechando las distintas y diversas formas que ofrecían las redes sociales. No importaba quién era el grabado, ni si vulneraba su intimidad o no, y menos aún se pensaba en poder romper la autoestima de esa persona. Lo gracioso era poder grabarles orinando, vomitando o dándose algún golpe tras alguna caída provocada por su estado de embriaguez.  Pero los vídeos más buscados y divertidos, según ellos, eran los de alto contenido sexual, como cuando pillaban a alguna pareja de amigos, o no amigos, manteniendo relaciones sexuales; se pensaban directores de alguna película x, aunque ésta no fuera consentida por los actores.

Nadie pensaba en las consecuencias, solo en el momento. Aquel día, María y Pedro se enrollaron, su estado no les permitía ver más allá el uno del otro, por lo que no percibieron a sus amigos grabando aquel íntimo momento en la oscuridad de un rincón del parque… Momento que María y Pedro nunca olvidarían, menos aún sus padres. El mal ya estaba hecho, el vídeo grabado y colgado en distintos medios.

No tardó mucho en llegar el vídeo a manos de los padres de María, los cuales estallaron en cólera, primero con su hija y después con su presunto amante. María solo tenía 15 años y aunque la relación fue consentida, Pedro ya era mayor de edad y los padres lo sabían. Primero denunciaron ante la policía la grabación y difusión del vídeo, luego a Pedro por mantener relaciones sexuales con una menor de edad. María intentó explicar que Pedro era su pareja y que no la presionó ni obligó en ningún momento, pero los padres estaban excesivamente dolidos como para escuchar a su hija, menos aún las explicaciones de aquel muchacho, sobre todo cuando el vídeo se convirtió en uno de los más visitados de la red. María estaba dolida, destrozada, escuchando risas y comentarios por su instituto. Los chicos la tomaron por una muchacha fácil y a cada momento intentaban sobrepasarse con ella. No era fácil sostener esa situación y psicológicamente María se hundió. Todos creían que era un estado normal por su situación. Se encerraba en su habitación a llorar y llorar, cayendo cada vez en una depresión más y más profunda. La depresión la llevó al peor de los escenarios posibles…

Pensar en el suicido y llevarlo a cabo.

Cuando encontraron a María muerta, el dolor se transformó en desesperación. Un vídeo había llevado a cabo tan dramática situación, una simple broma que aquella adolescente no pudo soportar, que no simplemente acabó con su vida, sino también con la de toda su familia. Las nuevas tecnologías, creadas para facilitar la vida de las personas, se habían convertido al ser mal utilizadas en la destrucción de algunas de ellas.

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