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Recuerdo que aquella mañana desperté con los tenues rayos de sol que se filtraban a través del protector térmico — las cubiertas inteligentes permitían que la luz penetrara en las casas al instante de percibirla, para que aprovecharan los escasos dos meses que disfrutaban de energía solar—. No quería sumergirme en mis pensamientos que me provocarían mayor inseguridad, así que ordené a Suk que preparara el desayuno y seguidamente me metí en la cabina de desinfección. Cuando estuve listo, le ordené que mostrara el discurso de nuevo, lo repasé una decena de veces hasta convencerme de que ya era suficiente, lo tenía más que aprendido aunque nunca creí estar preparado para comparecer ante El Gran Konsejo.

La experiencia de presentarme ante las veinte personas más poderosas del mundo me intimidaba, además de provocarme excitación y orgullo. Iba a ser la experiencia más importante de mi vida. Los compañeros me eligieron por mi capacidad de expresión , aunque yo consideraba que aquella decisión era demasiada responsabilidad para un humilde habitante de Sector B.Tardé aproximadamente hora y media en llegar a Marte en mi K-5000 y unos veinte minutos más en alcanzar La Kúpula. A pesar de haberla visitado en varias ocasiones, siempre me sentía insignificante a los pies de aquel edificio que se erigía poderoso en mitad del Sector A. Tenía una extensión de unos trescientos kilómetros de ancho por unos setecientos de altura y un millar de carreteras que se comunicaban entre sí uniendo los distintos núcleos urbanos, a la vez que enlazaban el primer piso con el último. No era el Sector más poblado de la galaxia pero sí el más lujoso.

Antes de que me diera tiempo a arrepentirme y tras haber pasado los rutinarios controles de seguridad , me encontré delante de la gran puerta dorada que me separaba de las personas que decidirían el futuro de Veritax. Respiré hondo y crucé , los veinte Ladires me observaban desde la altura de sus tronos, en los segundos transcurridos desde que crucé la puerta hasta que alcancé el púlpito en el centro de la sala, no percibí ningún gesto en aquellos rostros que me miraban expectantes. Hoy todavía recuerdo aquel discurso:

—Excelentes miembros del Gran Konsejo, lo que vengo a contarles es vital para el futuro de la humanidad. Como saben, hace ahora dos años descubrimos por casualidad, en una inspección rutinaria del laboratorio, que las ondas P300 habían aumentado de intensidad y generaban resistencia al dispositivo de bloqueo Nolai. Nos pusimos a trabajar con la urgencia que la situación requería. La inmunidad en el ser humano podía generar los mismos errores que provocaron nuestra destrucción. El Legado de nuestros antepasados, sus advertencias y sus enseñanzas nos dieron fuerza para trabajar sin descanso hasta dar con la solución —mientras pronunciaba aquellas palabras, un escalofrío recorrió todo su cuerpo, exactamente como el día en que intuyó lo que podía suceder. Los ancestros se habían encargado de trasmitirles El Legado : el único documento gráfico que sobrevivió al gran conflicto del siglo XXI, el mensaje que incluía las causas que lo habían provocado —. Desde ese día, comenzamos a hacer pruebas con miembros de los distintos Sectores y efectivamente comprobamos que los seres humanos empezaban a desarrollar cierta inmunidad. Para cuantificar el nivel de resistencia utilizamos el mismo cebo: la carne de lemax— en aquella época todavía existía proteína de origen animal, muy codiciada y a la que era muy difícil resistirse—.Colocamos las piezas de carne en lugares estratégicos y establecimos diferentes turnos de vigilancia para estudiar el comportamiento de los sujetos durante varias semanas. De los diez mil individuos investigados, quinientos ocultaron la carne, así que concluimos que aproximadamente un cinco por ciento de la población estaba desarrollando resistencia al dispositivo. Al mismo tiempo que nos dedicábamos a las investigaciones, trabajábamos en un nuevo sistema de bloqueo que ampliaba la acción a más regiones cerebrales y que aumentaba la resistencia a las ondas P300. Lo implantamos en otros diez mil individuos y solo en diez casos se produjo rechazo. Actualmente hemos mejorado el prototipo y probado en otras diez mil personas con un resultado de cero rechazos. Hoy estamos convencidos de que hemos encontrado el nuevo dispositivo que sustituirá a Nolai y al que hemos llamado Veritax. Necesitamos su aprobación para reemplazar los antiguos e implantar Veritax al resto de la población lo antes posible. Por supuesto que El Konsejo autorizó el cambio, enseguida lanzamos la fabricación del nuevo implante, en un mes tal y como habíamos calculado comenzamos las sustituciones.

Debería haberme sentido satisfecho con el resultado de mi comparecencia , pero desde el día que abandoné aquella sala, una desazón inexplicable me acompañó. Un pensamiento cada vez más lúcido rondaba mi subconsciente, una idea que se había instalado en mi cabeza el mismo día que salí de  La Kúpula y que se resistía a aflorar a mi conciencia por temor a hacerse real. Por más que quisiera recordar sorpresa o alivio en el rostro de alguno de los Ladires no lograba hacerlo.Durante los dos primeros años estuvimos tan ocupados con las sustituciones que no tuve tiempo de reparar en aquello que no fuera cumplir mis objetivos. No pensé mucho en ello, cada vez que me asaltaban las sospechas, me convencía de que se trataba de sugestión. Había visualizado tantas grabaciones de los comportamientos de los individuos inmunes que ya veía indicios en todo lo que me rodeaba. En seguida desechaba aquellos prejuicios y me sumía en mis quehaceres.Cuando faltaban unas semanas para acabar el proyecto comenzaron mis recurrentes pesadillas: ciudades casi vacías coreadas por llantos, cuerpos mutilados, niños desnudos, edificios en ruinas y en medio de aquel desastre, el rostro velado de alguien que entre lamentos repetía << las mentiras mediáticas han sido el origen de esta guerra. La hipocresía y la manipulación de la mano de la ambición y el poder, han provocado el fin de nuestra civilización , el ser humano se ha destruido a sí mismo. Juro que no cejaré hasta encontrar el modo de controlar esa maldita simiente del diablo >> , El Legado. Durante días aquellas palabras repiquetearon en mi cabeza continuamente: mentira, poder,simiente, diablo. Una mañana en que amanecí empapado en sudor y con el corazón apretándome el pecho, tomé una irrevocable decisión: Quería contar con las mismas armas que tuvieran los hipotéticos miembros inmunes de El Gran Konsejo, si había amenaza real también debía haber resistencia, no sustituiría mi antiguo dispositivo por Veritax.

El resto de la historia ya la conocen, esa noche me colé en el laboratorio para cambiar mi futuro implante y entonces saltaron las alarmas. Fracasé en mi objetivo. Aquí estoy ante ustedes con la única verdad y con  la causa que motivó mi conducta: un miedo atroz a la mentira, a que la humanidad volviera a sucumbir a los errores de un pasado que la aniquiló casi por completo. Espero que lo tengan en cuenta a la hora de juzgar mis actos. Suspiró y posó su mirada en las caras de los doce jueces que decidirían su futuro.

Dos días después le comunicaron que la sentencia había sido favorable, le condenaban a dos años de libertad vigilada y le inhabilitaban para ejercer el trabajo en el laboratorio durante otros cinco. Una buena noticia ya que se enfrentaba a una condena de treinta años de cárcel. La mañana del tres de mayo de dos mil quinientos doce, Lucka tomó sus pertenencias y con una expresión de vergüenza en el rostro se despidió uno a uno de los jueces, les prometió que a partir de entonces respetaría las normas y abandonó el edificio.  Había caminado unos doscientos metros, se volvió y contempló fijamente aquella cárcel. Una leve sonrisa se dibujó en su rostro. Su mano derecha, con un gesto apenas premeditado, se elevó a la altura de la cabeza y su dedo índice acarició ligeramente su lóbulo frontal derecho.

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