Mi mamá siempre ha dicho que soy un niño muy particular, que tengo una mirada del mundo muy diferente. Yo siempre he pensado que mi madre lo decía porque todas las madres piensan que sus hijos son especiales, eso se llama amor materno.

Pero cuando me sentí diferente de verdad, fue cuando mi padre me hacía preguntas y luego se queda pensativo ante mis respuestas.

Esto empezó a ocurrir después de ir al cine y  ver una película llamada Robocop, la cual a mi no me gusto. Entonces mi padre extrañado porque no me haya gustado la peli empezó a conversar conmigo.

  -Pablito ¿ Por qué no te gusto la peli?

  – Porque es muy parecido a lo que yo veo en la gente y no me gusta.

  -Pablo ¿Cómo ves tú a los seres humanos?.

  – Papá mira: los seres humanos son como Robocop y yo no quiero ser igual porque no quiero ser mitad maquina y mitad persona, quiero ser persona y tener un brazo de máquina, pero no quiero que mi corazón este divido entre una maquina y un corazón de verdad.

 Mi padre me decía

  -¿Por qué dices eso?.- y sus ojos se abrían cada vez más, cuando yo le hablaba.

  -Bueno papá es muy simple, yo veo que todo la gente, las profesoras de mi colegió, la gente en la calle, mis tíos, primos más grandes, tú y mi mamá, todos ustedes están siempre mirando el teléfono, la televisión, la playstation, la computadora y no miran lo que ocurre alrededor. No son capaces de disfrutar ni jugar con cosas que no sean maquinas, si hasta los niños de mi cole cuando salimos al recreo juegan con sus celulares, y yo me quedo con uno o dos amigos que jugamos a la pelota o a las escondidas. Ves papá, me entiendes, es que yo veo a la gente y veo que se están convirtiendo en robots y no me gusta nada eso.

  -Pero hijo, la tecnología es necesaria, nos comunica con todos a cualquier hora, nos integra, nos hace estar más unidos, nos entretiene y nos aporta a hacer más rápido el trabajo. Sino existiera imagínate, no podríamos hablar con tu abuela que está en otro país, pero gracias a estos medios podemos hablar con ella y verla.

  – ay! pero papá si yo entiendo eso, si tengo ocho años, no soy un niño. Pero es que podríamos no depender tanto de esos elementos. Así me gustaría que fuera el mundo, yo quiero tener un brazo de robot que lo utilice de vez en cuando, que me ayude en ciertas cosas como por ejemplo hablar con la abuela, llamarte por teléfono al trabajo, para estudiar y aprender cosas de internet.  Pero no quiero tener la mitad de mi cuerpo de robot, o peor aun ser un robot entero, porque sino se irían todos mis sentimientos y no quiero eso, me da mucho miedo que me pase. Porque ya no tendría ganas de abrazarte, jugar, pasear al perro, saltar arriba de la cama, cocinar con la mamá.

  -No debes tener miedo, solo debes aprender a poner límites en el uso de estas nuevas tecnologías, para que así nunca dejes de sorprendente con las cosas de tu alrededor y no pierdas tu infancia mirando una pantalla. Así solo tendrás un brazo de robot y no serás un robot entero.

  -¿Y tú papá, pondrás limites y dejaras de ser un robot entero?.

Es en ese momento cuando mi papá se quedo callado, mirando al techo y se paso las manos por los ojos para que yo no viera la lagrima que le salía.     

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