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He visto a Paloma una sola vez desde que somos amigas en facebook. La vi medio de lejos, en el pueblo. Iba yo al río con los perros y ella… no sé. A algún sitio iría, seguro. No hablamos. De hecho ni siquiera sé si ella me vio a mí.
Nos felicitamos los cumpleaños. Le damos al “me gusta” en las fotos que compartimos, a veces incluso comentamos algo en algún post. A veces la menciono en mi blog, porque Paloma y yo fuimos las mejores amigas. Y me acuerdo mucho de ella, y de todos los demás.Pero no nos hablamos desde 1995 más o menos, me llamó por teléfono para invitarme a su boda y esa fue la última vez que hablamos. Hará un par de años nos encontramos en facebook y bueno ¿por qué no? Total, han pasado más de 20 años, y no es que vayamos a irnos de vacaciones juntas, solo seremos amigas en facebook. Sé que su hija tomó la comunión el año pasado, sé que sigue casada con Miguel y que cada año viajan a países diferentes por vacaciones. Sé que trabaja, aunque no sé en qué.
Cuando la vi aquel día en el pueblo creo recordar que pensé unos milisegundos qué hacer, cómo actuar. ¿Somos amigas? No, solo en facebook. Y cogí la calle de la izquierda, la que llega a mi casa.
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Parece ser que Miguel y yo éramos muy amigos en el colegio, antes de que yo me cambiara en 5º de EGB. Eso dice él. Bueno, eso escribe él. En realidad nunca hemos hablado desde entonces, desde que teníamos unos 10 años. Pero me reconoció en una página de citas online. Y me escribió. Se acordaba de mi nombre, del año en que me cambié de cole y de que éramos muy amigos. Yo no le recuerdo a él, sinceramente. Le dije que cuando viniera por aquí me llamara para ir a tomar un café y charlar un rato. Pero parece que él es más de escribir que de quedar.
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Llevo años utilizando portales de citas online. A veces sólo para pasar el rato ojeando perfiles y de vez en cuando quedando con alguien que me caiga bien, o que me guste, a veces incluso las dos cosas. Cuando vivía en Escocia conocí a John. Me escribió algo a la vez gracioso y educado, no sé cómo explicarlo, pero no había nada de vulgar en su mensaje. Su foto de perfil no era muy allá, un hombre con poco pelo, pelirrojo con una gran sonrisa, tipo la de las ardillas de Alvin y las Ardillas. Un par de mensajes y quedamos, como tiene que ser. En un bar muy pijo de Brunstfield. Yo llegué antes que él y pedí un tinto en la terraza. Era junio. Un día de los buenos, con su cielo azul, su sol y una temperatura que aquí llamamos primaveral y con la que allí jadean. A los pocos minutos llegó él, con su enorme sonrisa. Se sentó frente a mí y pidió otro vino. Sin conocernos de nada empezamos a actuar como si sí nos conociéramos -¿Qué tal el día? -Bueno ya sabes, en el trabajo y tu ¿qué tal? -Bien, he llevado a la perra a la playa ya que hace tan buen día -Si, deberíamos hacer algo este fin de semana, si el tiempo se queda así -¿En Escocia? ¡no me hagas reír! -¡Qué pasa! ¡también hay verano en Escocia! -Si claro…
Las mesas de la terraza estaban muy pegadas unas a otras así que prácticamente estábamos todos sentados juntos. Y parece ser que los dos optamos por ocultar que aquello era algo así como una cita a ciegas. Fue muy divertido.
Hace poco vi algo en facebook que me recordó a John y cuando lo quise compartir con él ya no me aparecía como amigo. Me ha borrado y me da mucha pena la verdad, y eso que ya hace meses si no años que no hablamos.
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Los vecinos de arriba me quitan el wi-fi, así que he tenido que desconectarlo y enchufar el cable. Es largo, pero el router está en otra habitación así que justo llega al portátil si lo pongo encima de la mesa. A mí me gusta escribir con el portátil encima de las rodillas, así que ahora mismo el cable está desenchufado y no tengo conexión. Como el cable llega justo, al desconectarlo retrocede, cae al suelo y ahí se queda, al otro lado de la mesa. No necesito internet ahora mismo así que no pasa nada.
No pasa nada en este mismo momento, pero claro, yo veo un montón de series online, el mail, el facebook… O sea, que si me apetece poner alguna canción en Youtube, o ver lo que sea voy a tener que poner el portátil encima de la mesa, levantarme, rodearla, agacharme a coger el cable, enchufarlo y seguir con lo que estoy haciendo pero encima de la mesa. Odio que me roben el wi-fi.
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Hace poco más de un mes un sms me despertó de la siesta. Tengo puesta la misma melodía para los sms y la alarma en mi móvil, así que abrí un ojo, alcancé el teléfono y leí el sms entre sueños. Era de mi ex, con el que no hablaba desde el año 2004. Cuando lo dejamos cambié de número de móvil, de fijo, de correo electrónico y hasta de país. Así que no sé de dónde sacó mi número. Bueno, no lo sabía en aquel momento pero ahora sí lo sé. Después del primer shock, que me duró poco más de un día, puse mi nombre en la barra del google y sin más ni más apareció mi foto, mi dirección postal, mi teléfono, mi correo electrónico… Vamos, que poco más y aparece mi ficha dental y cuánto astigmatismo tengo en cada ojo. Todo esto por el capricho de querer comer. Me explico: una se pone a buscar trabajo y como ya no hay manera de entregar un curriculum en mano pues tiene que hacerse un montón de perfiles en portales de búsqueda de empleo que te aseguran que solo darán tus datos a las empresas interesadas en tu perfil. Pero no. No, no y no.
Mis datos estaban ahí, expuestos a cualquiera que quisiera hacer uso de ellos. Como por ejemplo mi ex.
Así que como ya tengo trabajo y dicho sea de paso no gracias a Internet, he borrado todos mis perfiles en ese tipo de webs. Juraría que aún se me puede encontrar fácilmente, pero creo que pese a que la información es poder, prefiero seguir viviendo feliz en la ignorancia.
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Hay días en los que una sin darse cuenta es feliz. Bueno, más que días podríamos decir que hay momentos de felicidad. Hoy ha sido un día feliz, de verdad, el día entero. Incluido el minuto de dolor absoluto que he sentido al golpear mi rodilla contra la mesa. Y mira que llueve y que hace mucho frío hoy, un aire de perros (que no sé a que viene meter a los perros en esto, pero bueno). Aún así ha sido un día feliz.
Volviendo a casa del trabajo, justo antes de entrar en mi portal oí una canción que sonaba en un coche que pasaba por la calle. Me sonaba, pero no la conocía, así que cogí mi prehistórica blackberry y le tarareé a Laura la canción mediante una nota de voz que le mandé por whatsapp. Ya en casa recibí contestación “Happy” de Pharrell Williams. La busqué en Youtube y me gustó mucho, así que puse algunas más que encontré del tipo en cuestión. Me gusta, me gusta y me gusta.
Lo cierto es que esta tarde sentí la “necesidad” de escuchar la canción de nuevo, y cuando acababa la volvía a poner, así hasta que Laura me ha hablado de la web que el artista creó para promocionar la canción. 24 horas de canción y de vídeo en el que sale gente diferente bailando durante un día entero. Es fantástico. Yo al menos no he dejado de sonreír desde que Laura me dio el nombre de la canción. Hasta la he bailado un par de veces.
Definitivamente hoy soy muy feliz, y ¿por qué no iba a serlo? Tengo curre, un montón de vestidos nuevos, mis perros están bien, me voy a hacer un tattoo nuevo, y Laura me ha dado la llave directa a la felicidad. Está el cibermundo y está el mundo. Yo tengo ambos, así que no me importa tener amigos solo de facebook, o ligar por Internet, porque en realidad tengo mejores amigos en el mundo real y ligar de verdad se me sigue dando bien.
Hoy ha sido un día feliz y doy gracias, mi madre se las daría a San Antonio, yo se las doy a Laura, al whatsapp, a youtube y a la web de Mr. Williams. No sé si no irme a dormir por miedo a que mañana se haya pasado todo.
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