Había llegado el momento, conocía la fecha desde hace mucho tiempo , había tenido todo el tiempo del mundo para dejarlo todo preparado , ya no se le podía escapar ningún detalle.

Ahora que estaba a punto de iniciar un nuevo viaje , intentaba tomárselo como si fuera una nueva etapa de su vida se había mentalizado para ello pero en el fondo sabía que no era así, le daba vértigo pensar en todas las cosas que iba a dejar atrás y que no volverían a ser igual. Para tranquilizarse volvió a repasar nuevamente todos los puntos de la lista , no quería saltarse nada todo tendría que salir bien , sino las consecuencias serían catastróficas.

Tras confirmar que todo estaba correcto , cumplió con la rutina que tenía después de salir del despacho, le encantaba sentarse en sillón de su terraza tomar un vaso de whisky y mirar el anochecer de la Ciudad Capital , observar la multitud de rascacielos con sus luces recién iluminadas trataba de imaginar que clase de vida llevarían cada uno de sus habitantes.

A lo largo de los años había podido verla cambiar y crecer junto con ella, trataba de recordar aquellos lugares tan familiares que ya no existen, la ciudad había crecido de manera rápida y caótica que había adquirido una entidad propia al margen de sí misma.

Trató de retener esa imagen en su cabeza porque sería la última vez que podría ver la ciudad de esta manera, era la capital del mundo conocido , a veces amada y a veces odiada , otras ciudades cayeron pero Ciudad capital había renacido de varias guerras y crisis. Habían conseguido liderar una séptima revolución industrial y tecnológica inimaginable que cambió la sociedad para siempre, se consiguió la reducción de las principales enfermedades , la regeneración genética, avance en la esperanza de vida, situándola para siempre por encima de la historia.

Le gustaba pensar que su trabajo había contribuido algo con dicha revolución , pero como civilización quizás ya habían llegado a ese punto de no retorno, este proceso dejó claro que estaban solos en el universo y sobre todo no habían podido vencer a la muerte, no habían podido conseguir el gran sueño de la humanidad el de ser inmortales.

Sentía que algo se había quedado en el camino en esta revolución, quizás nos habíamos creido superheróes , aquellos titates de una antigüedad mas remota , intentamos ser nuestros propios dioses tan invencibles e impasibles al devenir del tiempo.

-Que ironía pensaba mientras apuraba la última copa.

No pudimos conseguir la inmortalidad pero conseguimos conocer la fecha exacta de la muerte de cada persona, fue su departamento de investigación de genética y desarrollo , tras varias investigaciones pudo descubrir que tras una sola gota de sangre se podía confirmar el día ,el año y la causa exacta del deceso. El descubrimiento supuso una conmoción de grandes proporciones, hasta al día de hoy mucha gente no quiere conocer dicho resultado para seguir viviendo con la incertidumbre, ocurrió con el fallecimiento de su esposa 10 años atrás, jamás se le comunicó a ella y a pesar del dolor que era convivir con dicho secreto.

Pero para él no era así ya conocía el momento exacto del suceso , había tenido todo el tiempo del mundo para dejarlo todo preparado, lo había repasado una y mil veces en su cabeza para que no se le escapara ningún detalle, era un científico de cualquier manera no quería dejar escapar ninguna variable al respecto.

Llegó el momento sintió la primera punzada y un frío intenso ,Franklin dejó el vaso se dirigió al salón se sentó delante de la gran pantalla donde pasaban los grandes momentos de su vida, su mujer sonriendo cantándole su canción preferida aquella que le acompañará hasta el final, aquella que verán sus hijos tras su muerte.

Un último suspiro, una última lágrima recorriendo la mejilla, Ciudad Capital del día 24 de junio 3030 Ático de la calle Millar N20 moría a las 12:00 Franklin Costero  a la edad de 100 años.

«Pero ya no estaremos presentes ya no vamos a volver, los años buenos ya se fueron , será como el sonido de la aguja del tocadiscos con aquella vieja canción , como la vieja sala de cine con su proyector , el periódico de papel y los libros de antaño.

Ya no queda nada , el tiempo vuela ya me alcanzó  y a pesar de ello no puedo evitar en pensar en lo que pude hacer y lo que no hecho».

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