CURSO SOBRE LOS NUEVOS MEDIOS DIGITALES (primer ejercicio – 2º intento)

La sensación de cambio, de cambio continuo, en todo aquello que nos rodea, posiblemente no haya sido nunca tan brutal, como en esta época. El papel del anciano como transmisor de conocimientos, ya no tiene sentido. La distancia, entre simplemente una década, puede ser comparable a dos mundos.

No sería absurdo, a mi modo de ver, buscar y encontrar sin mucha dificultad, a señores Meursault (El extranjero de Albert Camus). Personas a las que ESTA NUEVA HUMANIDAD, les resulta extraña, chocante, lejana, pero cuando observo las miradas entusiastas de los seguidores de esta nueva religión, da la sensación de que solo ven ante si,un gran centro comercial, donde pueden ir echando a el carro, todo tipo de novedades, transformando la forma de transmitir los conocimientos y con ellos nuestra vida. No hay señores Meursault para ellos. Como Camus trata de mostrarnos en su novela: no hay lugar para la individualidad. No podemos resistirnos ante los cambios. O seguimos o morimos.

En este mundo globalizado, todo ha de ser «meteórico», todo está a tu mano, a tu alcance. Ante ti, la vida pasa a una velocidad de vértigo. Has de ser la mejor hija, la mejor estudiante, la mejor esposa, la mejor madre, la mejor trabajadora. No hay lugar para los mediocres, que quedan abandonados en la cuneta. Y sin embargo, la vida real es mediocridad. Mediocridad somos la mayoría. Vidas oscuras de las que la historia no se ocupará jamás, aunque hayamos tenido vidas reales, en las que la adpatación a los cambios, haya sido una de las exigencias diarias.

Las redes sociales acercan (¿o alejan?) a quellos que presumen de tener miles de amigos diseminados por todo el mundo. Yo apreciando la utilidad de todas esas posibilidades, que la informática ha traído a nuestras vidas, veo que ésta, se está transformando en una farsa, parecida al cuento del EL EMPERADOR Y SU TRAJE. ¿Quién se atreve a decirte que existe vida más allá de una pantalla?

Hace años quise operarme de la miopía y consulté a mi oftalmólogo. Su respuesta de entonces, que naturalmente no sería hoy del todo correscta, me hizo reflexionar: «¿Ves a algún oftalmólogo operado? Todos, los que las necesitan, llevan gafas. Aún no se ha operado suficicinte ….

Las prisas no son buenas. En Sillicon Valley, los niños no tienen móvil, ni ordenador hasta pasados los 10 años, para adquirir una estabilidad emocional, poara aprender a socializarse. ¿Donde quedan, si no es así, las emociones? ¿Sustituyen los emoticones a una mano en nuestro hombro, a una sonrisa real?

No. El profesor como yo lo conocí, el transmisor de conocimientos, no puede ni debe desaparecer, pero no por tener una función de custodia hasta los 16 años, según algunos teóricos aducen. Las disponibilidades que hoy nos proporcionana los nuevos avances, no puede eliminar la relación alumno-maestro.

Es cierto, que hoy un estudiante de medicina por ejemplo, no necesitaría haber buscado en un osario, limpiado los huesos, tenerlos ante si mientras estudia anatomía. Es cierto que las imágenes de su ordenador, son más nítidias y cercanas que las láminas de un libro, pero yo quisiera que mi médico hubiera tocado esos huesos, los hubiera tenido en su mesa, al lado de «su ordenador» y que al mismo tiempo que la pantalla le ofreciera toda su información, él tocara la rugosidad de los mismos, con sus dedos. El dia de mañana, en un hospital modernos, con todos los adelantos a su alcance, aquel contacto le haría recordar que ese paciente no es un avatar, que es UN SER HUMANO REAL.

Estas nuevas herramientas, puestas a nuestro servicio, no pueden ser eludidas. El servidor se ha convertido en amo. Invaden todos los aspectos de nuestra vida y tendremos que, con mejor o peor resultado, tratar de aceptarlas, hacerlas entrar en nuestra cotidianidad.

No se entiende una casa sin acceso a Internet. ¿Como van a estudiar nuestros hijos? ¿Como prepararemos un viaje, buscaremos nuevas imágenes del pintor del momento, o las novedades literarias? Un hogar que no tuviera esa posibilidad, sería como si nos vendieran una casa sin ventas o que estas dieran a un muro. Nos sentiríamos igualmente ahogados.

El profesor llega  a nuestros hijos, a través de su ordenador. El profesor llegó a mi ayer, cuando al abrir el correo me encontré con su mensaje. No vi su cara, su expresión. No se si es joven, o no lo es. Ayer no fue un buen dia para mi!. Un mensaje, me trajo su crítica a mi trabajo y otro, sgundos antes, me recordaba con inmediatez ineludible, el fin de un capitulo de mi vida que había durado 30 años … Los dos correos llegaron casi al unísono. Tal vez si este curso no fuera onh-line, tal vez si nos conocieramos, hubiera notado en mi cara el dolor. No por esperado, menos dolor. Esta diferencia entre lo presencial y lo on-line es algo que se está dejando de tener presente, pero que para mí, que he vivido otras épocas y trato de adaptarme a las presentes, si es muy importante. Es lo que nos diferencia unos de otros, lo que nos aleja o acerca, a aquellos que nos rodean, lo que da sentido a la empatía, que al final es lo que da sentido a ser hombre.