(Anverso) Hay momentos que quisiéramos congelados o eternos.
(Reverso) Uno de ellos es el instante en que te sientas en el café “El Torreón” y empiezas a abrir el diario después de pedir un café doble y un par de medialunas, nunca menos.
Si tuviera que elegir el recuerdo que me gustaría llevarme cuando muera –como en esa película japonesa en la que el purgatorio es esperar el recuerdo preciso-, seguramente pensaría en muchos otros: el sonido del papel que envuelve los regalos cuando niños, el segundo anterior al primer beso, el calor de unas manos. El recuerdo de “El Torreón” también es siempre encuentro.
No dejes de venir. Con suerte, estaré aquí y serás la sorpresa que espero mientras leo.
Eugenia
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