Estimado D. Antonio:
Desde la insondable profundidad de mi confinamiento me permito escribirle. Usted ya lo hizo, a su manera, conmigo.
Perdimos nuestras diferencias, la niebla desdibuja la que fue nuestra realidad y ambos somos ahora ecos del pasado.
Mis hijos moran conmigo. Usted yace con su madre que no quiso sobrevivirle y cumplió su palabra. A los míos los trajo la mala conciencia que produce una mala acción, algo hollaron mis enseñanzas.
La fina capa de hielo aumenta la claridad de mi catalejo –que no es negro, que es cristalino- y me permite contemplar como mi nombre es recordado en estas tierras unido al suyo, unido a la tragedia, unido, al final por la naturaleza, a la justicia.
Fría es la tierra donde usted reposa, fría es la ubre de la que mana el Duero donde mi historia se hizo leyenda, pero el frío no es para nosotros, solo lo es la Eternidad.
Quedo a la espera de su respuesta, muy afectuosamente,
Alvar González.
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D. Antonio Machado Ruiz
Cementerio de Collioure
COLLIOURE
FRANCIA
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