Cigüeñas en la Catedral de Zamora

Cigüeñas en la Catedral de Zamora

Flor Cuesta

30/12/2014

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¡En qué hora se me ha ocurrido veranear en mi querida Zamora!

La ola de calor más fuerte de las últimas décadas me obliga a encerrarme en la refrigerada habitación del hotel. Estoy cansada de leer, de los juegos de mesa, de la insulsa programación televisiva.

Hoy, después de cenar, he salido a dar un paseo. A las diez y media de la noche la temperatura sobrepasaba los treinta y cinco grados. ¡Y pensar que cuando era niña tenía que ponerme una rebequita a la caída de la tarde!

El ambiente era desolador; a ras de suelo no me he tropezado con nadie. Sin embargo, en lo alto, decenas de aves zancudas se habían enseñoreado de la ciudad; atraídas por las aguas que la circundan descansaban en los tejados importantes, en las torres o en los campanarios de las numerosas iglesias.

Al llegar a la Plaza de la Catedral me ha sorprendido verla desierta. Densos nubarrones negros, amenazantes, coronaban el incomparable cimborrio bizantino. Sólo las cigüeñas habían llegado hasta allí y se arracimaban sobre sus pechinas.

El gránulo de la fotografía se nota grueso por forzar el objetivo para contarlas.

Son veintitrés.

                                                          Carmen y José Pomares

                                                           Dr. Olivares, 54

                                                           Santander

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