Nunca debí asomarme a esta ventana. Atravesabas la calle indiferente, ajeno a mi mirada curiosa, hasta que levantaste la cabeza y mostraste tu sonrisa desmesurada y embaucadora. Tu cuerpo se fue desvaneciendo de forma paulatina y tan solo quedó tu mueca seductora suspendida en el aire.
Desde ese día pasabas a diario por delante de mi ventana. Yo observaba a hurtadillas, sometida a ella, que siempre era la última en desaparecer de mis ojos. Sabías de la seducción del arco de tus labios felinos. Lo sabías. Aparecías y desaparecías a tu antojo. Hasta que un día te desvaneciste para siempre. Pobre enamorada: crédula e inexperta. El alfeizar de esta ventana ha sido en vano mi atalaya desde entonces. Perdí el apetito y la sed, el vivir y la luz de mi mirada. Tan solo soy ya porcelana hueca y vieja. Yo te maldigo. Ojalá la Reina de Corazones haya segado esa sonrisa sibilina.
Penélope Cat
Gato Cheshire
C/ Madriguera, bajo.
País de las Maravillas
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