Anverso:
¿Te acuerdas?
Reverso:
Pisadas, vueltas y más vueltas para dar contigo. No te localizo. La casualidad te encuentra.
Ahora sé dónde estás. Respiro, me tranquilizo, te disculpo y comprendo.
Siempre he comprendido las idas y venidas, las montañas rusas y esa pasión tuya por el travestismo, el fascinante juego de las mil caras que te hace irresistible.
Volaría a por tu abrazo y me quedo quieta. Temo acostumbrarme, gastarte de repente, absorberte del todo, que la intermitencia de lo nuestro se vuelva ausencia.
Me quedo y te escribo. Mis letras sobre tu imagen de la última vez, esperando la siguiente. Otro disfraz, distinta apariencia.
Si no te reconozco, hazme una seña.
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