Cada paso me acerca a mi destino, pasos que hoy voy dando con dudas, con miedo, siento la sangre derramada adherirse a mis zapatos, atrapándome en su densidad, en el rojo oscuro que cubre la acera, queriendo detener mi camino, miro la calle nevada y todo es blanco, puro sin mancha, no hay nada extraño en esta realidad, es en mi en mi realidad, soy yo el que a cada paso siento la sangre el dolor y la muerte. Lujuria, fue la última palabra que le dije y ahora que la muerte abraza su cuerpo roto, siento como esa palabra golpea mi mente como debió golpear la suya, lujuria. Con que seguridad y autoridad pronuncié esa palabra.

– Eso es lujuria — Acaso el deseo sexual no es algo natural, no es la propia naturaleza la que nos ha hecho evolucionar en esa linea para asegurar la supervivencia de la especie, ¿por que sentir placer ha ser negativo?. A cada paso, sus argumentos sus sentimientos afloran entre el olor de la sangre, lo que ayer me parecieron escusas hoy parecen pensamientos lógicos, razonables. Fue mi formación, mi educación, mis profundas convicciones o mi miedo a enfrentarme a lo que deseo, ¿quien contestó?. Estaba en mi pensamiento ofrecerle ayuda, o mataba mis fantasmas de una forma cruel. – Es el exceso lo que marca la diferencia entre relación sexual sana y lujuria.

— ¿Y quien pone los limites? ¿quien decide cuanto puedo amar? , ¿quien establece la frontera entre amor y locura, entre hacer el amor y la lujuria? es más ¿debe alguien ponerla? o acaso cada individuo tiene las suyas. – Los limites, son los razonables, es el sentido común de las personas quien lo establece, nos diferenciamos de los animales en nuestra capacidad de ver más allá de nuestros instintos. – — Los griegos tenían dioses de la lujuria, Afrodita y Dioniso, los egipcios a Anuket, los romanos a Venus y Cupido, los hindú a Kamadera, para ellos el deseo sexual, la atracción, el placer fue elevado a la divinidad, ¿acaso eran menos humanos que nosotros?. – La lujuria nos hace egoístas, nos aleja del prójimo y de Dios. — La felicidad, el placer, la sonrisa, disfrutar del contacto, sentir que compartes con el otro, sentir como tu piel se tensa, percibir olores desconocidos, que un roce te estremezca y un escalofrió recorra tu cuerpo, eso no puede alejarme de un Dios que es amor. – Lujuria Así terminé la conversación, en ese momento era lo oportuno, una muestra de autoridad, un pecado capital no es negociable, eso me dije ayer, hoy todo se desmorona, lo que fue una certeza ya no se sostiene. Cada paso es un lamento, cada paso siento el dolor en mi corazón, y un estallido en mi mente, es lo que tiene la muerte, no soluciona nada, pero es verdadera, inequívoca, irreversible, todo termina para quien muere y todo cambia para quien le rodea, culpa, dolor, rabia, esperanza, nada es más humano que la muerte. La muerte es parte inseparable de la vida, pero matar o suicidarse, es parte de la muerte, la muerte de la sensatez, de la razón, de la persona. Cada paso me acerca a mi destino, el olor de la sangre se hace mas intenso, y mis pensamientos no dejan de golpear, la muere no llega cuando nuestro corazón deja de latir, llega cuando renunciamos a pensar, cuando nos abandonamos en una ideología o religión, la muerte llega cuando dejamos de ser personas y nos convertimos en instrumentos. Cada paso me acerca a mi destino, los cánticos y el olor de las flores consiguen dejar fuera mis pensamientos y con ellos mis miedos, ya no huelo la sangre, mis pasos no se hunden, me dirijo a la sacristía, como cada día me cambio de ropa, me pongo los hábitos, las vestiduras sagradas y me dispongo a celebrar misa. Mi destino es la muerte, pero yo decido que hago en el camino, hoy en la homilía no hablo de Dios, hablo de amor entre personas, de tolerancia, de libertad, hablo de compartir bienes y momentos, de valores, hoy hablo de lo que somos, diversidad, hoy hablo de una fe y un idealismo razonados, no ciego, hoy más que nunca recuerdo mi profesor de filosofía, hoy no hablo de fanatismo ni de radicalismo, hoy no hablo de la muerte.

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