La bella Aurly observaba por la ventana que daba al patio interior, su precioso pelo ensortijado jugaba con la suave brisa y sus agraciados ojos verdes se deleitaban con la belleza de las flores.
Ensimismada no se percató de la presencia de él, hasta que la sujetó suavemente por la cintura y le dio un caluroso abrazo. Era el gran amor de su vida, todo indicaba que su futuro con él sería maravilloso. Lo había conocido desde el colegio cuando compartían estudios, fiestas y paseos; era tan fácil la vida a su lado.
Le parecía vivir un sueño y recordaba parte de alguno de los poemas que le dedicaba y que le escribía con tanto cariño:
“ Tus ojos tienen la luz
de la eternidad,
que yo quisiera ver.
Tus labios tienen el néctar
de las flores,
que yo quisiera probar…”
Sentía un profundo dolor de cabeza, no entendía que había sucedido; una voz suave le decía: “tranquila todo ha pasado, ya te recuperarás”. Al abrir los ojos veía una persona, con una túnica blanca, flotando en el aire sobre una especie de nube o algodón; entre asustada y sorprendida empezó a recordar como aquél hombre, que tanto amaba y con el que compartía su vida, de repente se había vuelto como loco de celos y creyéndola su esclava la golpeaba y golpeaba…
No entendía nada y no quería hacerlo, con gran esfuerzo alargó su brazo y con el dedo apretó el interruptor…
¡ La luz del sol se apagó!
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