Ortogramas, glándula pineal y neurofármacos.

Ortogramas, glándula pineal y neurofármacos.

Viejo profesor, ¿por qué te has ido? Eras Bueno.

Y yo aquí, leyendo como si no hubiera un mañana durante meses, intentando forjarme una cosmovisión que me oriente, que me ayude, que me salve. Te bastó un párrafo para reducirme a cenizas:

“Conciencia. Desde las coordenadas del materialismo filosófico, se denomina conciencia a la confluencia de un ortograma o varios que un individuo ha automatizado. La conciencia, lejos de concebirse como el ‘cogito’, o la autopresencia del sujeto ante sí mismo (definición metafísica de la conciencia), es la percepción de diferencias entre distintos ortogramas, por lo que es siempre conciencia práctica, sin perjuicio de su falsedad, o falsa conciencia. Como decía Benito Espinosa: ‘las ideas inadecuadas y confusas siguen un orden tanto o más perfecto que el de las ideas adecuadas’”

No deberías darle tantas alas a todo ese determinismo científico que nos asola con su prepotencia supuestamente justificada y, sobre todo, no deberías asolar toda mi construcción previa, toda mi orientación de supervivencia, conectando mi glándula pineal a matrix con tan pocas palabras.

¿Qué hago yo ahora con toda mi duda metódica? Me arrastras a ir desmontando cada ortograma con otro nuevo, en un bucle sin fin, en un eterno retorno, bailando al son de la Voluntad schopenhauriana.

Menos mal que llegan refuerzos, juventud y talento y me dice Markus Gabriel que “yo no soy mi cerebro”, en desesperada lucha contra todo este “neurocentrismo” que quiere encontrar y destruir la mágica glándula cartesiana, aunque tienen más dificultades de las previstas para localizarla.

Pero tú, viejo profesor, lanzaste tu misil a la línea de flotación. Te da igual la parte empírica, la localización fisiológica, el funcionamiento neuronal y vas a la esencia: el Ortograma…Matrix autoinducido.

Deberías volver e inventar un software de reprogramación de ortogramas, para su utilización urgente con Trump, algún coreano del norte y un buen puñado más de poderes fácticos. Si no lo haces, viejo amigo, le dejas todo el campo libre a la Industria Farmacéutica (la primera que debería ser “reprogramada” con tu software) y ellos sí encontrarán el fármaco que moldee nuestros ortogramas a su beneficio e interés.

Permíteme que te pida, profesor Gustavo, que como individuo, en mi subjetividad, pueda usar tu consola pineal para cambiar mi “conciencia ortogramática” de que mañana, si no pago, me cortan la luz, pues ambos sabemos que esto es solo una “creencia”.

Tu puntuación:

URL de esta publicación:

OPINIONES Y COMENTARIOS