El mundo avanza. A pasos gigantes.

El mundo avanza. Sin preguntar, sin pensar en lo que queda atrás.

El mundo avanza. Y todo ha de evolucionar con él. Incluso aquello que durante siglos se ha mantenido así. Incluso aquello que no debe evolucionar porque, ¿quién nos dice que toda evolución es buena? ¿Quién puede asegurar que cualquier avance es mejor? ¿Qué controla la innovación? Es un ensayo. Lo que funciona, continúa. Lo que no funciona, se queda atrás… junto con lo que ya se estaba quedando atrás. ¿Por qué?

El tiempo es corto, los años son cortos. Queremos más, mucho más, saber más. Llegar más lejos en el menor tiempo posible, porque no tenemos tiempo. El tiempo se escapa de las manos como granos de arena resbalando entre nuestros dedos. Sólo nos quedamos con un poco. Pero, ¿y si nos detenemos en ese poco? ¿Y si lo disfrutamos, lo exprimimos, le sacamos el máximo? No evolucionamos, quedamos estancados.

Hay que evolucionar. Lo último, siempre lo último. Porque no queremos ser los últimos.

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