Cuento de príncipes y princesas

Cuento de príncipes y princesas

Rosa Ruiz López

06/05/2017

Son sabores que aún llenos de palabras se diluyen en libros llenos de versos que no dicen nada.

Sin pensamiento alguno alargó su brazo para cogerle la mano y ella dudó desde el principio, había algo de él que no le gustaba. Él siguió con su palabrería y su bondad fortuita hacia todo el mundo… empezaba a conquistarla.

Ella sujetaba su mano despacio, tenía miedo a volverse a confundir, el sufrimiento hay veces que dejan heridas que no se destapan… pero él la amaba y se lo hizo saber, aferrándose a ese amor que le volvía loco… hizo de su mundo un mundo para ella.

Ella empezó a vivir en ese palacio de cristal, le parecía un sueño, por fin algo de paz y de amor en su corazón… Él se sentía el más dichoso, no concebía su vida sin ella, mataría por ella si fuese necesario…

Ella empezó a sentir ese palacio lleno de paredes blancas, le gustaba la libertad de amar, de sentir, el aire le faltaba, pero él solo la quería allí, entonces empezaron las discusiones, porque si tenían amor… ¿Para qué servía lo demás? Pero ella deseaba su libertad, su amor con libertad y su campo despejado, un amor no condicionado por un palacio de cristal…

Los años pasaban y ella no aguantó un lugar que le congelaba la sangre, porque el amor se empezaba a desmoronar, pero él le suplicaba que se quedara… viendo su negativa la desterró sin más, si no podía ser para él viviría en la peor de las miserias…

Ella volvió a su habitáculo de aire fresco, empezó a volver a respirar, empezó a sentir paz de esa libertad que se le arrebató y entendió que los príncipes azules no estaban hechos para ella, los prefería en los cuentos de hadas, que siempre le habían hecho ansiar uno y que la vida le devolvió su deseo, con la experiencia de nunca más mirar hacia atrás, no desear cuentos perdidos… disfrutar de las cosas que la vida le ofrecía… se hizo fuerte.

Él le hizo ver que si no era en su palacio… sería despreciada para siempre… así que ella fue cuando dudó que nunca la había amado, se amaba a sí mismo… y las personas que le acompañaban y le apoyaron le hicieron abrir los ojos más aún… no podía ser pero comprendió la hipocresía del mundo…

Hoy ella es feliz, porque ha logrado un amor tan infinito que sale de si misma, sin herir la sensibilidad de su alrededor… de él no se sabe gran cosa, solo que vive en un palacio de cristal… intentando robar todo lo que ella apreciaba.

Rosa R.

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