Filosófico amanecer existencialista.

Filosófico amanecer existencialista.

Carlos Olarte

20/04/2017

«Ama a tu prójimo como a ti mismo»

Repetía dando vueltas en su dormitorio buscándole una explicación coherente a tal mandato. Un sustento lógico a lo que consideraba carecía de ello.

¡No puede ser! ¡Eso no es posible! -Vociferaba llegando hasta los oídos de Joaquín interrumpiendo su sueño- ¿Sigues con lo mismo? -Le preguntó fastidiado al sentir que ya había entrado y se sentaba en su cama- Pero Joaquín, eso no es posible, eso es una falacia.

Adrián, ¿No podríamos dejar tus análisis existencialistas para una hora más prudente? -Preguntó con los ojos medio cerrados- Joaquín, Joaquín, los conflictos filosóficos no saben de horarios.

¡No, Adrián! ¡Eres tú quién no los respeta! -Le increpó. Aunque sabía que de nada serviría-

Joaquín y Adrían compartían una casa que la tía de Adrían le había cedido hasta que culmine sus estudios universitarios. Joaquín lo conoció en los claustros de la universidad haciendo muy buenas migas de inmediato ya que ambos compartían el mismo y profundo interés por el comportamiento humano como un entomólogo lo tiene por un insecto recién descubierto al que disecciona con científica delectación.

A ver recapitulemos – Dijo Joaquín sacudiéndose la cara para quitarse la somnolencia que aún llevaba mientras Adrían encendía un cigarrillo y se acomodaba mejor al otro extremo de la cama para iniciar su exposición-

El amor no es un mandato ni una imposición -Aseveró echando una bocanada de humo- Es un mecanismo fallido del subconsciente para ahuyentar el irracional temor de quedarnos solos y si a eso le añadimos el sexo como un componente disuasorio y decisivo para concretar los fines del subconsciente entonces tenemos al amor como ente rector acrítico de nuestros actos y no a una meditada y correcta sindéresis. Es por eso que, el enamoramiento es una etapa de locura en donde perdemos el control total de nuestros actos por brindar un nivel atencional obseso al ser que creemos maravilloso y único en el planeta y que sin su presencia en nuestra vida esta ya no tiene sentido ni vale vivirla. Todo ello ocasionado por esa visión irreal y sobrevalorada producido por ese ente rector acrítico llamado amor y que el subconsciente dirige para lograr sus fines.

Al concluir su exposición Joaquín guardó silencio por un breve momento.

Acabas de contradecirte -Le señaló firmemente- ¿Contradecirme, en qué? -Retrucó frunciendo el ceño mientras prendía otro cigarrillo- Acabas de decir que el amor no es un mandato ni una imposición.

Así es, y lo reafirmo.

Entonces, si es un mecanismo que se genera en el subconsciente es una variable de la conducta cognitiva, por tanto, es una conducta que ya está almacenada en el cerebro que ordena al individuo realizarlo. En otras palabras, o mejor dicho, utilizando tus propias palabras es un mandato -Culminó con socarrona sonrisa-

Bueno, bueno, puedo concederte eso. Pero vayamos más allá, porque sólo nos estamos centrando en la parte conductual del humano respecto de este malhadado mandato. Trasciende también al plano espiritual, allí también es un despropósito, ¿Pretender querer a todos como a uno mismo? Es una reverenda tontería.

Claro Adrían, pero estamos hablando de un mandato dictado por una deidad por algo que no existe más que en el ideario de una sociedad avasallada por una jerarquía divina porque necesitan justificar sus errores y esconderlos bajo la impunidad que se procuran bajo la fachada de la fe en su dios.

¡Claro, claro! -Asintió Adrían- ¿Y entonces? -Lo apuró para que continuara pues su pausa se extendía- Entonces, nada Adrían ambos sabemos que tu fuero interno es insaciable. ¡Que se amen! ¡Que se odien! ¡Que se maten! igual el mundo no va a cambiar. No, por lo menos a las 6.30 de la mañana.

¡Ah! y son conflictos existencialistas -Le señaló con meridiana seguridad- Mientras lo sacaba de la habitación para poder retomar el sueño interrumpido. ¡Filosóficos! ¡Joaquín! ¡Filosóficos! -Refutaba hasta que le cierre la puerta- Joaquín se envolvió entre las sabanas cuando la duda lo asaltó… ¿Existencialistas o filosóficos? ¡Maldito Adrían! -Refunfuñó tirando las sabanas para ir al dormitorio de Adrían y debatirlo.

Fin.

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