Soy

ese anormal que deambula entre las esquinas
de las barras de esos bares en los que reímos.

Soy

ese despreciable cuerpo
que tuvo a bien ser acariciado por tu desnudez.

Soy

ese pellejo que queda
tras haber mordido tu boca.

Soy

un despertar sin sueños
mientras tú duermes entre ángeles y duendes.

Soy

cada minúsculo grano de arena
que perdido y travieso

se cuela entre tu bikini.

Y soy

ese aliento que pierdes

mientras caminas hacia otro lado.

Ese

que se arrepiente de haberte mordido

y no llevado un trozo de tu ser conmigo.

Soy

un alma perdida entre tanto verso desparramado

sobre tu vientre.

Aquel que pudo ser y no fue

por no llegar a tiempo nunca de nada.

Soy

tu mirada perdida

en ese océano del verde de tus ojos.

Ese que coloca con celos

el pliegue de tu braga simplemente para rozarte.

El tonto que aguanta tus disgustos

sin protestarlos.

Simplemente

soy ese que te conoció sin verte

pero no supo retenerte.

Ese animal que sigue tropezando

una y otra vez

en la misma piedra

y ni siquiera se levanta.

Ese cabeza hueca

que se equivoca pero vuelve

para así seguir equivocándose siempre.

Simplemente soy

aquel que cuando descansa arranca

los silencios que me han retenido.

Soy

esa sombra que no deja de acariciar tu pelo

cuando en solitario caminas.

Quien despoja de anhelos tus silencios

para llenarlos de ruido.

A veces soy

lo que creo ser pero no llego a serlo

porque me espanta cuando entristeces.

Soy

ese que va recogiendo los pedazos de nuestros sinsabores

para convertirlos en tazas de té.

Y soy

escuchando tu latir desde tan lejos

que a veces se confunde con el de mi corazón.

Creo que soy

ese bicho que picotea en la oscuridad tus brazos

para llenarlos del color rojo de tu sangre.

Simplemente soy ese

para mal o para bien

que vive o mal vive dependiendo para quien.

Pero ahí estoy cuando sueñas
lejos de tu boca, cerca de tu corazón.

Y prefiero ser ese,

que no haberlo sido y no conocerte.

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