Odio sus ojos, su mirada, su sonrisa,
odio su forma de ser, su talento, que exista.
Odio su personalidad, su voz y su carácter,
odio su humor, su alegría y su ingenio.
Odio escucharlo, cantando suavemente.
Odio ver sus fotos, que el paisaje enmarcan perfectamente.
Odio su pasión, su amor por el arte, por los idiomas, por los viajes.
Odio escucharlo cantar, los ojos cerrados vehementemente.
Odio verlo triste, enojado, decepcionado.
El amor por su familia, por sus amigos.
Odio verlo y que me haga sentir todo esto
cuando sale de viaje, cuando regresa, porque existe.
Simplemente porque es, por quien era y quien será,
en esta vida tan complicada que no me permite pensar.
Lo odio porque lo quiero, y él no lo sabe
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