Poema: Modo de elaboración

Un poema no germina
sin el abono adecuado.
¡Cuántos versos no terminan
en un cajón olvidados!

Un poema ha de amasarse
como la arcilla o el cuero.
Nunca hay que precipitarse,
siempre hay que poner esmero.

Un poema necesita
de unos buenos ingredientes.
No hay buen pan sin buena harina.
Y hay que estrujarse la mente.

Un poema puede hacerse
con diferentes recetas.
Si hay recetas diferentes,
hay diferentes poemas.

Un poema se elabora
con paciencia, a fuego lento.
Que repose algunas horas,
que madure con el tiempo.

Si te gusta el resultado,
el poema ya está hecho.
Que disfrutes del bocado.
¡Bon apetit! ¡Buen provecho!

Incertidumbre

Una lágrima enjugada.
Un grito mudo.
Un nudo en la garganta del silencio.
Una voz entrecortada.
Un frío desnudo.
Una certeza absoluta de lo incierto.

Una aterradora ausencia.
Un beso roto.
Un infinito recuerdo inolvidable.
Una imponente presencia.
Un alborozo.
Una distancia ni muerta ni insalvable.

Una ilusión latente.
Un desaliento.
Una batalla perdida y otra ganada.
Un suspiro impotente.
Un aspaviento.
Una llama que ni prende ni se apaga.

Un amor imposible.
Una esperanza.
Un esperar y desesperar constante.
Un abrazo invisible.
Una añoranza.
Una eternidad diluida en un instante.

Un puñado de momentos.
Una mirada.
Un reloj detenido eternamente.
Un suspiro. Un lamento.
Un todo y nada.
Un tú. Un yo. Un nosotros, simplemente.

Cupido

Cupido ha escupido en el alma de inocentes.
Cupido ha encendido la llama del desamor.
Cupido ha tenido y tendrá cuentas pendientes.
Cupido ha perdido la fe en el amor.

Cupido ha descendido del cielo a los infiernos.
Cupido ha revendido las flechas que ha lanzado.
Cupido ha vivido tentaciones, celos y cuernos.
Cupido ha salido triunfante y derrotado.

Cupido ha creído poder cambiar el mundo.
Cupido ha sufrido cuando el mundo le cambió.
Cupido es un vendido, un pobre vagabundo.
Cupido siempre ha querido cambiar de profesión.

Cupido ha desoído a los que le han rezado.
Cupido ha desmerecido su fama alguna vez.
Cupido ha sonreído, entristecido y llorado.
Cupido ha envejecido sin señas de vejez.

Cupido se ha reído de su sombra y de la muerte.
Cupido ha nacido con un destino infeliz.
Cupido ha maldecido su maldita suerte.
Cupido no ha comido nunca ninguna perdiz.

Cupido se ha sentido tan querido como odiado.
Cupido ha perecido en mil y una batallas.
Cupido ha caído, pero se ha levantado.
Cupido ha tenido mucha paciencia y agallas.

Cupido ha defendido lo que es indefendible.
Cupido ha maldecido a más de un corazón.
Cupido ha creído ser un loco invencible.
Cupido ha vencido y ha perdido la razón.

Cupido, malnacido, engreído, insolente.
Cupido, presumido y consentido soñador.
Cupido, maldito y bendito impertinente.
Cupido, querido, tenemos que hablar tú y yo.

Benditos corazones solitarios

Benditos corazones solitarios.
Benditos solitarios con razones.
Maldito corazón insolidario
de quien rompe a diario corazones.

Maldito el exabrupto de la pena.
Maldita la condena del lamento.
Bendito quien vive en una verbena
y vivirá y morirá contento.

Maldita soledad, si no se quiere.
Maldita muerte en vida, que no muere.
Maldita sea la falta de entereza.

Bendita la alegría compartida.
Benditos que enviudaron con la vida.
Benditos que se mueren de tristeza.

Sin correspondencia

De amores no correspondidos
puedo dar lecciones.
Y de fracasos y desilusiones,
que cobran comisiones al corazón,
y que ofrecen razones para perder la razón.

Puedo escribir los versos más apasionados,
aunque caigan en saco roto.
Y hacer un brindis por el pasado,
para volverme un devoto
de los besos olvidados,
de las lágrimas en las fotos
y los puñales clavados
en tantos corazones rotos.

País

Un país que no se atreve
ni a mirarse al cruel espejo,
temeroso de un reflejo
fiel retrato de su plebe.

Un país adormilado,
al letargo de la siesta.
Un país que no protesta,
mas se queja demasiado.

Un país que no perdona
a quien hurga en sus defectos,
pero bendice a prefectos
que lo han tirado a la lona.

Un país que se resigna
a vivir con sus miserias
y sus malditas histerias.
No combate, se persigna.

Un país que sobrevive
a pesar de sus pesares.
Y entre risas y cantares,
llora, camina y malvive.

Un país de mil países
condenados a entenderse.
Un país para perderse.
Un país con tonos grises.

Un país contradictorio
(viejo y aún en pañales).
Que con más bienes que males
no sale del purgatorio.

Un país descompasado,
entre África y Europa,
con América en la popa,
y siempre a toro pasado.

Un país muy conformista.
“¡Que me quede como estoy!”
Hambre mañana y pan hoy.
Paraíso estraperlista.

Un país sin porvenir,
desganado y sin memoria.
Siempre preso de una historia
que se empeña en repetir.

País que vive en la calle,
pero se pudre en su casa
mientras la tormenta pasa,
aunque el futuro se encalle.

Premia siempre a la patraña
y castiga a la humildad.
Signo de mediocridad.
Un país llamado España.

Mi querida España.

Mi querida España.
Esta España mía,
esta España nuestra…
La diestra y la siniestra
han hecho de ti un burdel
para adictos al poder.
La ‘madame’ es alemana,
y al ciudadano de a pie
se lo llevan a la cama,
practica el sexo sin ganas,
y sin cobrar también.

Mi querida España.
Esta España hundida,
esta España ahogada…
Ni el capitán da la cara
ni saca a flote esta nave.
Ni los marineros saben
mucho de navegación.
Han secuestrado el timón
piratas sin corazón,
que hacen más duro si cabe
salir de la recesión.

Mi querida España.
Esta España herida,
esta España en coma…
La esperanza nunca asoma
por tu casa hipotecada.
Son tantas las puñaladas
que le asestan a diario
al parado, al funcionario
y a los que no tienen nada,
que es el monte del calvario
esta España ensangrentada.

Mi querida España.
Esta España mía,
esta España nuestra…
La del fútbol y la siesta.
La que cura sus heridas
con charanga y pandereta.
Esa que vive dormida.
Esa que sueña despierta.
Sal a la calle y demuestra
que sigues aún con vida,
aunque te den ya por muerta.

Romancero sin censura

Ni los huevos de Mahoma,
ni los cuernos de Satán.
Ni Dios, ni el Papa de Roma.
Ni Buda, Zeus o Jehová.

Ni el Islam, ni el judaísmo.
Ni budistas, ni cristianos.
Ni el terror, ni el fanatismo.
Ni beatos, ni paganos.

Ni la Biblia, ni el Corán.
Ni tu patria, ni la mía.
Si de verdad existe, Alá
jamás te perdonaría.

Ni el capricho de un censor,
ni la puta autocensura.
Ni el vil dedo inquisidor
de un rabino o de un cura.

Ni la sangre de inocentes,
ni la sangre de culpables.
Ni por la espalda o de frente.
¡Sólo matan los cobardes!

¡Ni un minuto de silencio!
¡Que no se callen las plumas!
La muerte no tendrá un precio,
si el precio es la dictadura.

Por Charlie Hebdo, El Jueves,
El Mundo Today, Mongolia…
Ases del Humor y reyes
del sarcasmo y la parodia.

¡Larga vida al dibujante!
La sátira es tu religión,
Y tu arma más fulminante:
La libertad de expresión.

Sonetos Revolucionarios I

“¡La democracia es una falacia!”,
claman los ciudadanos indignados,
que se sienten dolidos y estafados
por la falta real de democracia.

Hacen política con fundamentos,
sabiendo que está en juego su futuro.
Y aunque el camino sea largo y duro,
les sobran razones y argumentos.

¡Qué románticas son las utopías!
¡Qué bonito es luchar por lo que es tuyo!
¡Qué bella esta incipiente revolución!

Y ahora, ¿qué dirán sus señorías,
si harta de la gaviota y el capullo
ha explotado por fin la población?

Sonetos Revolucionarios II

Son cinco los millones de parados.
Son cinco los millones de razones,
para que estallen las revoluciones,
para que alcen su voz los indignados.

El pueblo ha despertado del letargo.
Despiertan las conciencias de la gente,
que pide un futuro más decente
y un presente que sea menos amargo.

¡Basta ya de reírse de nosotros!
Esta crisis la pagaréis vosotros.
Vosotros, los malditos responsables.

Banqueros, gobiernos y empresarios,
que no escatimáis en vuestros salarios
y robáis el alma a los miserables.

Exigencias mínimas

Yo le exijo a un presidente
ser decente.
Cumplir la Constitución
de su nación.
Que no traicione al votante
es importante.
Que no venda a sus paisanos
a los mercados.

Yo le exijo a un diputado
ser honrado.
Que al pueblo al que representa
lo tenga en cuenta.
Que no acuda al parlamento
a vivir del cuento.
Que no abandere el engaño
desde su escaño.

Yo le exijo a un político
que sea crítico.
Que crea más en la acción
que en la oración.
¿Disciplina de partido?
¡Qué sinsentido!
¡Libertad para votar
y para pensar!

Yo exijo a la población
más reflexión.
Que antes de emitir su voto
piense un poco.
¡No al voto de castigo
al enemigo!
Y no hay cosa más inútil
que el voto útil.

Contraindicatoriamente

“No soporto la mentira”,
dijo Pinocho y le creció la nariz.
“¡Qué bonita es la vida!”,
exclamó un suicida a punto de morir.

“Amar no sirve de nada”,
dijo cupido lanzando una flecha.
“La violencia es muy mala”,
apuntó un cachorro de extrema derecha.

“Lo importante es la hermosura”,
dijo Picio mirándose al espejo.
“Nunca pierdas la cordura.”
Diole Quijote a Sancho este consejo.

“Yo soy ateo”, dijo Dios.
“¡Alá es grande!”, gritó un budista.
“El amor es cosa de dos”,
señaló convencido un narcisista.

“¡Un whisky!”, pidió el abstemio.
“¡No a la droga!”, bramó el drogadicto.
“¡Me ha tocado el primer premio!”,
vociferó eufórico el cenizo.

“¡Viva el capitalismo!”,
exclamó enloquecido un marxista.
“¡Combatamos el fascismo!”,
proclamó, puño en alto, un falangista.

“Ya no puedo comer más”,
dijo el hambriento con la boca llena.
“El mundo necesita paz”,
afirmó un vendedor de arsenal de guerra.

“¡Qué miedo!”, dijo el valiente.
“No temáis nada”, señaló el cobarde.
“Juro que soy inocente”,
afirmó en el patíbulo el culpable.

“El futuro es muy oscuro”,
comentó un optimista venido a menos.
“No lo sé, no estoy seguro”,
dudó el convencido en un mal momento.

Lunes

Lunes pordiosero.
De caras comunes,
de asuntos pendientes,
que enseñan los dientes
cuando llega el lunes.

Lunes infinito.
Que asomas primero
todas las semanas,
y amargas mañanas
en el mundo entero.

Lunes silencioso.
Bostezos, legañas,
rostros somnolientos…
¡Cuántos desalientos!
¡Cuántas telarañas!

Lunes, lunes, lunes…
Dormido y despierto.
Despierto y dormido.
Hoy, recién nacido.
Y mañana, muerto.

El día y la noche

Día…
Alborozo, acción, jaleo, frenesí.
Noche…
Serenidad, quietud, silencio, calma.

Día…
Claridad, luz, vida, principio.
Noche…
Oscuridad, sombras, muerte, final.

Cada día anochece, duerme, muere…
Cada noche amanece, despierta, vive…

Día y noche. Noche y día.
Vida y muerte. Muerte y vida.

Amor, vida y muerte

Yo tengo el corazón en cabestrillo
Por culpa de los goles de la vida.
Y cada vez que pierdo otra partida
Se ríe de mí la muerte en el banquillo.

Tengo tal afición a las derrotas,
Que pierdo hasta en partidos amistosos.
Y siempre en los envites amorosos
Acabo con la red y el alma rotas.

Con el amor, la vida y la muerte
Disputamos encuentros a diario,
Y siempre ha de haber un perdedor.

El vencedor será el rival más fuerte.
El que no tema que el adversario
Sea la vida, la muerte o el amor.

Tiempo

Me pongo a deshojar la margarita,
La que me precipita hacia el futuro
Mientras la del presente se marchita
Dejando un horizonte claroscuro.

Me pongo a rebuscar en la memoria.
Maldigo al pretérito imperfecto
Porque en su imperfección no está la gloria.
Hay que buscar en el lugar correcto.

El verbo atemporal que yo no encuentro
Se encuentra en el lugar menos pensado.
Ni presente, ni futuro, ni pasado.

El tiempo que perdí lo busco dentro.
La búsqueda resulta complicada.
Quizás no hay más respuesta que la nada.

Tiempo efímero

El tiempo es efímero,
Como efímeros son los placeres,
Como los amores que parecen eternos.

Detrás de cada pena
Y detrás de cada alegría,
Tras el éxtasis y la agonía,
Siempre hay un final.

Un final que enlaza con otro principio,
El principio de otro estado de ánimo.
Porque nada dura eternamente,
Todo empieza y todo acaba,
Todo nace y todo muere.
Todo es efímero, como el tiempo.

Menudos elementos

Viento y fuego están bailando
un baile de amor y muerte.
Sopla viento enamorado,
y que el amor no se queme.

El agua derrama lágrimas
de dolor sobre la tierra.
En la noche más romántica
se desata una tormenta.

La tierra entierra las llamas
de una encendida pasión.
El fuego apagado calla.
No late su corazón.

El agua espera que el viento
agite su alma dormida.
Y que un vendaval violento
impregne el mundo de vida.

Aire y tierra. Tierra y aire.
Un matrimonio imperfecto.
Que recoge tempestades
a base de sembrar vientos.

Agua y fuego. Fuego y agua.
Una pareja imposible.
Que se congela o se abrasa.
Que se ahoga o se derrite.

Agua, viento, fuego, tierra.
Poderosos elementos.
En el amor y en la guerra,
alegrías y sufrimientos.

Agua

Torrenciales lluvias vienen
ahogando las primaveras.
Es la vida una tormenta
desde la noche primera
en que atruenan nuestras sienes.

Agua que limpias el alma
de los hombres y mujeres.
Agua que inundas la frente
de tanto pobre inocente
que llora al ver que no escampa.

“¿No habrá ni un rayo de sol
tras este aguacero impío?”,
clama un pobre desvalido
que trata de secar su frío
y empapado corazón.

Lluvia, manantial de vida,
que das de beber al campo.
Un día lo dejas borracho
y al día siguiente ni un trago.
¡Cuánta embriaguez y sequía!

Desde la nube hasta el charco.
Desde el charco hasta la nube.
Lo mismo bajas que subes.
Y con la tierra te unes
para parir luego el barro.

Agua, agua, agua, agua…
“¡Cuánto tiempo sin llover!”,
gritan los muertos de sed.
“¡Que escampe ya de una vez!”,
responden los ‘sin-paragüas’.

Soñadores

En la vida todo es ir
y mirar hacia delante,
con paso firme y constante,
pensando en el porvenir.

Porque anclarse en el pasado
es carecer de ambiciones,
es vivir sin ilusiones.
Frustrado, siempre frustrado.

Si no lográis vuestros sueños,
ya vendrán tiempos mejores.
Dejad atrás sinsabores.
¡Del futuro sois los dueños!

Sois los dueños y señores
de un destino aún no escrito.
Y pensad que es más bonito
el mundo con soñadores.

Utopía

Utopía,
vivir de noche y soñar de día.
Utopía,
corazón caliente y cabeza fría.
Utopía,
más esperanza que melancolía.

Utopía, utopía, utopía.

Si tienes alas para volar…
¡Vuela!
Si tienes boca para gritar…
¡Grita!
Si tienes razones para soñar…
¡Sueña!

Utopía,
desentierra el cobarde la valentía.
Utopía,
el alma se alimenta de rebeldía.
Utopía,
palabras llenas de sabiduría.

Utopía, utopía, utopía.

Si tienes fuerzas para luchar…
¡Lucha!
Si tienes motivos para hablar…
¡Habla!
Si tienes cabeza para pensar…
¡Piensa!

Utopía, utopía, utopía.
Amanece y despierta un nuevo día.
Utopía, utopía, utopía.
Un estribillo, una letanía…

Utopía, utopía, utopía.

La libertad

La libertad necesita
Gargantas que la exhalen,
Dientes que la mastiquen,
Lenguas que se alcen al viento
Decididamente libres,
Palabras que la abracen.

La libertad necesita
Corazones que la alberguen,
Almas que la comprendan,
Cuerpos que la practiquen,
Gentes que luchen por ella
Como si fuera una madre.

La libertad es libertad
Si no mancillan su nombre,
Si no encarcelan su espíritu
Si no ejecutan su ser,
Si no frenan su ímpetu,
Ni la apartan del camino.

La libertad es libertad
Si no le ponen cadenas,
Si no le cortan las alas,
Si no envenenan sus sueños,
Si no detienen su curso,
Si no silencian su canto.

La libertad es una flor
Que enrejada se marchita.
La libertad es una luz
Que sepultada se apaga.
La libertad es esa voz
Que si está dormida muere.

Maestra de maestros

Se encuentra un poco más triste,
desde el día que te fuiste,
el colegio Urbano Palma.
Educaste con maestría
y con tu filosofía,
la de enseñar con el alma.

Sabías bien que la letra
jamás con la sangre entra,
y no perdiste las formas.
Saliste siempre adelante
con una lucha constante
y una sonrisa por norma.

La palabra educación
adquiere su condición
si sale de tu garganta.
Bendita sea tu enseñanza,
con juegos, adivinanzas…
o aprender mientras se canta.

Entre lápices, cuadernos
y pizarras, los inviernos
y los veranos pasaron.
Y sin darte apenas cuenta
llegaste al fin de la recta
y tus clases se acabaron.

No se puede jubilar
tu forma de trabajar.
¡Qué alguien recoja el testigo!
Que hay muchos afortunados
que hoy están bien educados,
pues se educaron contigo.

Para rendirte homenaje
por tu espléndido bagaje,
hoy mi pluma se refina.
Amiga, madre y esposa;
mujer, que no es poca cosa;
y maestra. Josefina.

Querida maestra

De no estar huérfano de amor materno
cuando fui al colegio por vez primera,
se lo debo a un alma pura y sincera,
una voz ronca y un corazón tierno.

De no ser víctima del desconsuelo,
que me atormentaba profundamente,
se lo debo a una maestra paciente
que evitó a mi madre más de un desvelo.

Fuiste ternura, paciencia, cariño.
Para mí fuiste eso y mucho más.
Fuiste la ‘seño’ que tuvo aquel niño

que hoy, con el tiempo, tiene bien claro
que soy lo que soy porque años atrás
tuve de maestra a doña Amparo.

A mi padre

Lágrimas, sangre, sudor
y grandes dosis de amor
para criar a tu hijo.
Tu simiente fue el comienzo,
un dibujo sobre el lienzo
fértil que me dio cobijo.

Siempre trabajaste duro
para ofrecerme un futuro
mejor que el que tú tuviste.
“Niño, estudia –me decías-.
Que seas alguien.” E insistías
porque tú nunca pudiste.

Y sin poder estudiar,
matándote a trabajar,
tú has sido un alguien grandioso.
Has sido y eres constante,
luchador, perseverante,
humilde y bondadoso.

Y aunque a veces discutimos,
nos enfadamos, reñimos
y chocan los caracteres,
hay calma tras la tormenta.
Porque al final, lo que cuenta
es que te quiero y me quieres.

A mi madre

Desde tu vientre fecundo
me trajiste a este mundo,
dándome un cuerpo y un nombre.
Día a día fui creciendo
y a tu lado fui aprendiendo
hasta que me hiciera un hombre.

Con paciencia me has criado;
me has reñido, me has mimado,
me has gritado y me has querido.
Y entre disgustos, desvelos,
temores, llantos y celos
has visto como he crecido.

De tu vera me he marchado;
pero, aunque el nido he dejado
siempre te tengo presente.
Tu niño jamás te olvida,
me hagas o no la comida,
me beses o no en la frente.

De entre todas las mujeres
para mí la reina eres,
porque eres la que más quiero.
Que madre no hay más que una,
y yo tengo, por fortuna,
la mejor del mundo entero.

Yo no quiero ser poeta

Yo no quiero ser poeta.
Los poetas aman sin ser amados.
Y están condenados a morir
en la más inmensa de las soledades,
sepultados por sus propios versos.

No, yo no quiero ser poeta.
Los poetas sufren más que gozan.
Los poetas plasman su desazón en un papel.
No quiero pasarme media vida emborronando cuadernos
y dibujando quimeras en el aire.

Yo no quiero ser poeta.
Y sin embargo se me escapan los versos de la boca.
Y escribo por escribir…
Y rimo por rimar…

No, yo no quiero ser poeta.
¿Acaso no es la vida ya un poema?
La poesía es un disfraz.
Una mentira que parece verdad.
Una verdad que parece mentira.
La poesía es un desahogo, un llanto, un grito…

Aunque a veces me ponga el traje de poeta,
y me disfrace de trovador, de rimador, de rapsoda.
O me vista de hacedor de versos,
y versifique una vida de tristezas y alegrías…
Yo, no quiero ser poeta.

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