M I O
Hace tiempo que te amo.
Como se ama al niño herido,
como al verano caliente si hace frío.
Cómo a la luz si ha anochecido.
No con un amor que sea un martirio,
aunque no es correspondido,
no con ojos llorosos ni sombríos.
Con amor empecinado
tampoco te he querido,
ni con celos enfermizos
porque nunca fuiste mío.
Ni me arranqué los cabellos,
ni me rasgue los vestidos,
ni me prometí tenerte
aún contra del destino.
No.
Yo te amé desde hace tiempo,
en el silencio infinito.
Imaginé tus abrazos
En el otoño bendito.
Tus labios me confortaron
en días llenos o vacios.
Tus brazos me apretujaron
con un cariño distinto.
Me llevaste por los cerros,
por los campos florecidos,
por el desierto de males,
siempre, siempre iba contigo.
Me cantaste una balada,
en mis atentos oídos.
Y tú sin saberlo nunca.
Porque jamás te lo he dicho.
Mejor seguirte inventando
tan hermoso y siempre mío,
sin límites, sin ventajas,
sin miedo a haberte perdido.
Porque era tan pequeño
mi vientre y tú tan chiquito,
un día triste , ventoso,
después de haberte parido,
te dejé en otras manos,
hijo del dolor marchito.
¿ VERDAD O CONSECUENCIA?
Presumo tu indiferencia
no tendrá un buen final.
No tardarás en lanzar
un «cada cual por su cuenta»,
como si fuera una ciencia
fácil de pronosticar.
No quedará en mi conciencia
lo que no te pude dar,
si no lo vas a apreciar,
menos a tener en cuenta.
Contigo pan y cebolla,
repetí hace tantos años,
bjando tantos peldaños
que había logrado subir.
Como el caballo allá en Troya,
la trampa estaba esperando.
COCINANDO
Hoy te anduve buscando
en la llama del fogón,
en las brasas del carbón
yo te estuve adivinando.
En la mesa de madera,
donde reposan mis masas,
entre azúcar y melaza,
te estuve hoy amasando,
para sentir el sabor de tu aliento vainillado.
Te agregué una cucharita
de licor de chocolaate,
te arropé entres mis zarapes
y te cubrí con agüita.
Te lavé la cabecita
con lavanda y con limón,
con semillas de melón
engarcé una cadenita,
para sentir el olor
a verano en tu boquita.
Te cociné al rescoldo
de mi fuego ya marchito,
dentro de un comal negrito,
tiznado y casi sin fondo,
crepitando cual barquillo,
como un bizcocho redondo.
O J O S
Yo vi un cielo amarillo
cubriendo una ciudad roja.
Vi un sol color ladrillo
sobre una luna de estopa.
Vi una sábanda colgada
en una soga espantosa,
vi zapatos, gorros, hilos,
en una alcancía rota.
También vi una mano herida
y su sangre tormentosa,
con el dolor se hizo azúcar,
con el amor se hizo copla.
P A L A B R A S
Eres bella sin pensarlo.
Sin falsas asimetrías,
sin querer y sin mentiras,
eres bella sin dudarlo.
¡ Cómo eres bella querida!
¡ Eres
la flor de éste lago!
Eres la estela furiosa,
de un cometa que ha pasado.
Eres la magna inocencia,
la bestialidad cercana,
la genial magnificencia,
la más sencilla nostalgia.
Esa eres tú ¡oh palabra!
que enriqueces al sin gracia,
que nublaste la visión
del que no sabía nada,
que perforaste la oreja
para poner caravanas,
del tildes amontonados
en la mar de tus pestañas.
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