Los diez secretos de la melancolía

Los diez secretos de la melancolía

Federico Berón

05/09/2017

UNO- Luna

Besada por mil cometas y meteoros

Con la virginidad hecha memoria

Inunda mi poesía con tu helada

Testigo de que no todo es lo que parece

Perfección eterna y congelada

Hace una hora que la miro

Ya no eres quien creía

Ya no eres quien serás

Como una emoción que late bajo los ojos

Como el lago que es independiente del tiempo

Como tu cara que es suave como la montaña

La luna está

Sólo está

No es, siquiera.

DOS- Vino

Reemplaza en mis venas la sangre por tu líquido vibrante

Que lleva la voz de la noche.

Que cabalga en un corcel rojo de suavidad y ternura

Como mis pies, que gracias a ti tocan la tierra

El vino es un dios que se arrastra como las serpientes

Engaña y acoge como el recuerdo

Engaña y acoge como como la tristeza, que ya es nostalgia

Extraño optimismo el que nace en la lengua

Una promesa que se refugia

Donde lo humano es animal

Es tan lindo imaginar que es sangre

TRES- Atardece sobre las vias del tren en coghlan

Apenas si te despides

Te vas, y yo siempre con la culpa de haberte visto poco

Sé que te averguenzas de tu desnudez

Debe ser hermoso morir de tanto naranja

Lo que sigue, es la nada ante tu ausencia

CUATRO- Apagón

Ahora estamos bajo el agua

El tiempo se rompió como el más frágil de los cristales

CINCO- Llueve

Sientes frío

Una luz de hielo es la sombra de tus pecados

El día escapó una vez más a tus plegarias

Y ahora esta lluvia

Casi no recuerdas cómo vibraba tu piel

Dos canciones atrás

Te quitará lo poco que te queda

Hasta los colores que envuelven tu cuerpo

Cederán ante un enemigo milenario

El más simple

La paz puede ser un arma

Al menos la tristeza se ha confundido

Puedes verla flotar en el verdín del empedrado

Una brisa o el barro son más sinceros

Tu piel se independiza, poco a poco

Con cada gota

El mundo va a entrar

Trata de esconderte

Porque sin dudas te has equivocado

Ya tienes un nuevo dolor para llevar encima

Busca refugio, como si fueras una promesa

El enemigo eres tu.

SEIS- Fiesta

Hay en el aire autopistas de perfumes de mil colores

Emprendamos la lucha

El amor sólo se manifiesta cuando no hay testigos

Juguemos el juego

Con espadas hechas de vocales

Con tus ojos que nos dan ventaja

SIETE- Soñamos

Se arremolinan en el cielo

En gritos de brillantina

Otras veces, van separados

Caminan cada cual por su propio abismo

Son bellas nuestras manos, asi juntas, casi muertas

Me acerco al acantilado, o al volcán que arde

Puedo ser aún más mortal que en la vigilia

O ignorar este mundo diezmado

Antes de saltar te busco

Podrías ser hasta esa hoja de árbol bajo la roca

O vivir detras del horizonte

No nos urge despertar

Espero que llegue ese momento

En que, primero vos, despues yo

Nos durmamos

OCHO- Sin nombre

Es simple: escribir sobre el mar

NUEVE- Invierno

Revisó uno a uno los bolsillos

Era parte del trabajo

Además del placer de ver lo sagrado

Al devolver el objeto olvidado, la moneda, la tarjeta, el bolígrafo

Bajo la excusa del potencial arte destructivo de la plancha

Obtenía el perdón e incluso un agradecimiento

Pero ahora era distinto

Un diminuto papel amarillo

Escrito a mano

“Usted no morirá hoy”, decía el insolente papelito

Inofensivo como una gota de agua

Decidió no darle importancia

Tenía trabajo atrasado

Las máquinas ronroneaban autistas

Nadie había entrado hoy

Era extraño

El invierno había comenzado

Sólo de éso hablaban las radios

Las planchas exhalaban bocanadas de vapor

Siempre atraían algún friolento traidor

Que dejaba una prenda para limpiar

Aun sin necesidad de ser limpiada

Apartó el papelito con la frase

Había estado hipnotizado

Leyéndola una y otra vez

Lo introdujo en una bolsa plástica

Como para profesionalizar su atrevimiento

No veía por qué obrar distinto esta vez

Era sólo una frase

Podía ser una broma

O un juego de un niño

O un fragmento de un texto más largo

Insignificante

Continuó con su trabajo

Con su yo profundamente dividido

Entre la curiosidad y la pantomima cotidiana

Un verdadero maestro en el arte del planchado

El saco era demasiado común

Demasiado gris

Ni siquiera llevaba etiqueta

Ningún defecto, ninguna mancha

El forro quirúrjicamente cosido

Tampoco arrugas

El nombre de su dueño parecía haberse extraviado

Decidió plancharlo de todos modos

El mundo parecía esperar a que lo hiciera

Levantó la mandíbula del dragon de tela

Con sus enormes encías calientes

Le entregó la major parte del saco

Luego las mangas

Luego lo revisó varias veces

Una arruga en la manga izquierda

A veces sucedía

Volvió a plancharla

Necesitaba un descanso

Decidió esperar para revisarlo

Se detuvo a tomar un café

Y a mirar por la ventana de hielo transparente

Una niña caminaba junto a su abuela

En la vereda de enfrente

Un perro le ladraba y la niña se asustaba

Con cada sorbo se preguntaba si no era imprudente

Que existiera una bebida tan perfecta

Que entendiera la desolación de sus entrañas

El viento soplaba con alevosía

Afuera el mundo era de piedra

Una arruga en la manga izquierda

Otra vez lo desafiaba

Echó una mirada al papel

Que podía leerse a traves de la bolsa

“Usted no morirá hoy”

Por fin me la han jugado

Pensó

Nueve secretos habían sido ya encontrados

¿Sería éste el décimo?

Quizás imposible de ser violado

Rió como un idiota

Planchó nuevamente la manga izquierda

Y una vez más un café

Pareció llenar aquel abismo en su vientre

Tomó valor nuevamente

Miró por la ventana

Nunca había sentido mayor desamparo

La nota ahora otra vez en la palma de su mano

“Usted no morirá hoy”

Y otra arruga en el traje

Le rogó a dios que no sucediera

Pero en la vereda de enfrente, junto a su abuela

Un perro ladraba y la niña se asustaba

DIEZ-Los pájaros en la madrugada

Desperté

Ella no estaba a mi lado

Caí a un abismo de soledad

Salté de la cama y corrí solo y desnudo

Con los pies descalzos por la jungla húmeda y ruidosa

Luego perdido por las vacías calles del diminuto departamento en Santiago

Por fin la encontré

En el living

Frente al balcón

Acostada sobre el piso

Casi desnuda

Boca abajo, con sus suaves manos bajo la cara

Mirando hacia afuera

Qué pasa, pregunté

Amanecía

Nada amor, contestó

Escucho el canto de los pájaros

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