Y la quiere aún cuando oprime su garganta, cuando nubla sus ojos. La quiere aunque se pierda buscando el norte. Cuando la ciudad estrecha sus calles y en las esquinas languidecen putas fuera de los escaparates. Masticando hiel, dejando su aliento en el aire. La quiere y a veces no la soporta, cuando amanece lentamente y anochece pronto. Cuando grita y nadie la oye. Cuando le pesa tanto que no la reconoce. La quiere cuando la engaña, cuando la aburre, cuando la arrincona. La quiere pero no la quiere, al doblar una esquina y encontrar el mismo otoño. La quiere y no la quiere.
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