Así te tengo, en cada una de estas letras

y en lo que arrastro con mis andares;

en solitaria compañía te recuerdo en filmes viejos y en diálogos absurdos,

así, al leer, te encuentro en lo que alguna vez me dijiste;

“¿no te gusta?, creo que es mi favorito.”

Y es que llegaste, te asentaste y tomaste hogar en mi alma.

Tu voz me hace, me convierte, me abandona,

a lo lejos, cuando te escucho,

sé que no hay cosas flébiles, no hay vestigios de euforias;

está el viento con mi palabras y el mar con tus derrotas,

está tu belleza con mis obsesiones y tu voz con los finales nunca nuestros.

Eres más que adolescente escape y sentimentalismo,

eres más que divinidades y glorificaciones,

eres más que infantil encanto y amistad enterrada;

ni musa, ni diosa, ni luna, porque eres Sirena;

tan diferente a todo eso que alguna vez quise mío.

Al recordar tus gestos y sonrisas encantadas te encuentro por completo;

tras surrealismos y prosas de la noche, tras silencios y soledades forzadas.

Finalmente sé lo que eres y entonces lo que soy tiene sentido.

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