No somos nada y tenemos todo,

el firmamento sobre nosotros,

los astros de testigos,

cógeme la mano, huye conmigo.

Ven, que el camino es largo

y te necesito tanto.

Ven, que la noche se acerca

y te necesito aquí a mi lado.

Nuestros pies presionan a sístole y diástole el suelo.

La marcha triunfal de este día

carece de melodía,

eso dependerá de lo que tú le quieras dar.

Cógeme la mano, ven conmigo

que la noche se acerca y te necesito aquí a mi lado.

Ayúdame a vestirme de ti,

déjame chocar mi frente contra tu nariz.

En la calle un autobús casi te atropella,

-Dejale,- me dices- ellos no lo entienden.

No entienden la vida con sus flores,

pero, tampoco entienden la muerte con su tierra.

La felicidad tiene nombre de humano y no de capricho,

de luz y no de sombrío,

de risas y no de quejidos.

Llueve, me tomas la mano y el mundo se tambalea.

No sé muy bien qué hacer,

pero tú no me lo tienes en cuenta.

Mis pies nadan en el verde de sus ojos,

me sumerjo en ellos,

cierro los ojos.

Quédate, que la noche nos observa

y mi lado, es tu lado.

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