La casa está sumida en un silencio abrumador,
pareciera como si estuviese vacía
pero no, aquí estoy yo.
Está a oscuras,
las sombras hacen parecer que penetrar fuera difícil.
Tengo que prender un par de luces,
para dejar de sentirme sola,
para dejar de sentir una respiración helada sobre mi cuello.
Creo estar sola, pero no del todo.
mis padres salieron,
no volverán por un tiempo.
Mis hermanos yacen desaparecidos,
mi celular, ya sin señal.
Me pregunto si sigue habiendo vida,
allí fuera.
Una realidad aterradora,
ni los demonios más fuertes se atreven a salir,
y arriesgarse a terminar decepcionados.
Yo no quiero salir.
La casa sigue a oscuras,
las luces que prendo no parecen funcionar.
Comienza a hacer frío,
el suelo repele mis pies descalzos,
pero no solo eso,
tengo miedo de lo que podría salir bajo las camas y las alfombras.
Las lámparas del techo comienzan a oscilar,
me pregunto si llamé al viento por accidente,
o serán esas voces que oigo en cada esquina,
aquellas que no me atrevo a rozar.
Hace frío,
mis brazos ya no son suficientes para cubrirme.
Un halo frío sale de entre mis labios,
me pregunto si podré atraparlo antes de que desaparezca.
Lo hace,
todo lo hace.
Y de repente oigo pisadas,
en la fría madera de la casa.
Siento presencias, respiraciones y voces,
pero las luces no funcionan,
sigo aquí, sintiéndome sola,
en una casa abandonada,
donde ni siquiera yo existo.
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